lunes, 23 de diciembre de 2013

Dos caminos diferentes: la Primavera Árabe y el Movimiento de los Indignados de Occidente

Enlazando con su primera entrada sobre el papel de las NTIC en los movimientos sociales, Sergio nos brinda una nueva aportación donde analiza la dicotomía  existente entre la llamada Primavera Árabe y el Movimiento de los Indignados en las democracias occidentales, con el 15-M como máximo exponente.


Sergio Delgado
Licenciado en Historia


Plaza de Tahrir tras la dimisión de Mubarak, febrero de 2011. Autor: Jonathan Rashad.








En el anterior artículo traté de buscar el origen de las nuevas formas de actuación y organización de la nueva oleada de movimientos de contestación social surgida en 2011. Para ello me remonté a la última década del siglo XX, encontrando una línea de continuidad que comenzaría en el movimiento zapatista, pasaría por el movimiento antiglobalización y llegaría hasta la actualidad a través de estos nuevos movimientos. En el presente texto, se intentará concretar la naturaleza de los mismos, ya que en ellos encontramos dos caminos distintos, dos motivaciones diferentes. Es muy común, especialmente en los medios de comunicación, enlazar y relacionar las protestas surgidas en el norte de África y Oriente Medio, que han sido calificados en su conjunto como la Primavera Árabe, con los distintos movimientos sociales surgidos a partir del 15M. Sin embargo, estos movimientos han de diferenciarse, ya que aunque sí estén conectados, se basan en un contexto político y condiciones sociales diferentes.

Mucho se ha escrito y dicho sobre la inspiración que supuso la Primavera árabe, especialmente la revuelta egipcia, para la aparición del movimiento 15M y de otros movimientos surgidos a partir del 15 de mayo de 2011. Sin embargo, y pese a ser en parte cierta esta apreciación, ha de concretarse la naturaleza de esta influencia. La Primavera Árabe sirvió principalmente de ejemplo práctico, generador de un ejemplo motivador, pero sólo se quedó en eso, en un modelo que no fue más allá de su capacidad para generar motivación, como fue el ejemplo de la ocupación de las plazas. Y es que es fácil enlazar en lo aparente ambas tendencias, pero no lo es así en su discurso, en la sustancia que da sentido al hecho y lo conforma. Ésta es una cuestión ya apreciada por otros autores, como Jesús Casquete, que subraya que "en dichos países la población ha salido a la calle exigiendo democracia, mientras que entre nosotros la demanda ha sido la de una mejor democracia. La diferencia es tan sustancial como para tomar en cautela la comparación y no confundir morfología con sustancia". 

Puerta del Sol, 2011. Fuente: http://fotograccion.org/

La primera que debemos tener en cuenta respecto a la Primavera Árabe, son las motivaciones iniciales y fundamentales del inicio de las protestas, que son bastante claras en sus casos principales, ya que están basadas en un contexto político nacional muy similar y que en nada tiene que ver con el de los movimientos aparecidos después del 15M español: una dictadura militar apoyada por los regímenes occidentales que se prolonga en el tiempo. En consecuencia, la principal exigencia de la Primavera Árabe es el fin de las largas dictaduras que vivían o viven sus países, y la instauración de un régimen democrático basado en un sistema electoral al estilo europeo o americano.

Si nos acercamos a los textos o manifiestos iniciales de movimientos como el 15M o el Occupy Wall Street, vemos cómo esa diferencia adquiere una dimensión aún más importante. En ellos podemos apreciar una ausencia de esperanzas de que ninguna de las actuales instituciones u organizaciones, sean agentes capaces de protagonizar un verdadero cambio. Por ello, estos textos están dirigidos directamente al pueblo como sujeto. Un protagonista que debe representar de manera independiente ese cambio. Sin embargo, en la Primavera Árabe las esperanzas estaban o están depositadas en una transformación de las instituciones que propicien un cambio político hacia un régimen democrático al estilo occidental, y que ha auspiciado que algunas organizaciones o personas que apoyaban estas movilizaciones tomasen el poder. El caso más claro al respecto es Egipto, donde las revueltas de enero de 2011 llevaron hasta el gobierno, a través de unas elecciones democráticas, a los Hermanos Musulmanes. 

La respuesta en Occidente de gobiernos, partidos políticos y medios de comunicación hacia la Primavera Árabe es otra de las pistas que nos hacen vislumbrar la diferente naturaleza de ambas tendencias. Bajo el punto de vista de estas organizaciones, las movilizaciones y pretensiones de las revueltas eran entendibles y admisibles, siendo rápidamente apoyadas. Caso muy diferente presenta lo sucedido desde la aparición del 15M. Los mismos medios y gobiernos que apoyaron unas revueltas, eran ahora incapaces de entender las movilizaciones que tenían lugar en sus propios territorios, e incluso algunos de ellos las condenaron y reprimieron.

Por todo ello, los movimientos surgidos a partir del ejemplo español adquieren una intencionalidad transformadora mucho mayor, atacando incluso la ensalzada democracia occidental. Generando así, y por primera vez en varias décadas, un ataque directo y generalizado al propio sistema desde el interior del mismo.



FUENTES


TAIBO, C. “El 15-M como espejo y como modelo” http://www.rebelion.org/noticia.php?id=139323  consultado el 05-12-201.

PEDRET SANTOS, F. 2011 Cuando sucede lo inesperado. El 15-M y la izquierda. Barcelona: Carena.

PASTOR VERDÚ, J. 2011 "El movimiento 15-M. Un nuevo actor sociopolítico frente a la "dictadura de los mercados", Sociedad y utopía: Revista de ciencias sociales, Núm.38: pp. 109-124.

 JURIS, Jeffrey S.; PEREIRA, I.; FEIXA, C. 2012 "La globalización alternativa y los 'novísimos' movimientos sociales" Revista del Centro de Investigación. Universidad La Salle, vol. 10 Núm.37: pp. 23-39.

CASQUETE BADALLO, J.M. 2011 "Balance preliminar de la indignación", El Viejo topo, Núm. 286: pp. 19-25.

CASQUETE BADALLO, J.M. 2011 "El movimiento de los indignados", Claves de razón práctica, Núm. 214: pp. 10-13.

CASTELLS, M. 2012 Redes de indignación y esperanza Madrid: Alianza Editorial.


lunes, 2 de diciembre de 2013

Origen del "bombardeo en alfombra": Asturias y la Legión Cóndor


Adolf Galland (izquierda) con el marsical de campo Richthofen,
en tiempos de la Legión Cóndor.
Fuente: Bundesarchiv, Bild 101I-452-0985-36/ Briecke/ CC-BY-SA

Dentro del gran campo de pruebas que fue España durante su guerra civil, Asturias tuvo el dudoso honor de convertirse en el primer lugar del mundo donde se puso en práctica el bombardeo en alfombra, tipo de ataque aéreo que sería clave durante la Segunda Guerra Mundial y empleado tanto por el Eje como por los Aliados, dejando gran número de víctimas civiles y causando la destrucción de ciudades como Dresde. Para conocer mejor esta cuestión, hemos recuperado un fragmento de las memorias de Adolf Galland, uno de los mayores ases de la aviación alemana que, integrado en la Legión Cóndor, participó en los bombardeos contra las posiciones asturianas en un Heinkel He-51:

" [...] en los ataques que librábamos contra las posiciones montañosas de Oviedo, ensayamos por primera vez algo así como el bombardeo "en alfombra" que habría de emplearse en la Segunda Guerra Mundial. [...]

Los "dinamiteros", según se llamaba a los mineros asturianos que integraban la mayoría de las tropas rojas en Oviedo, eran artistas consumados como zapadores. Con las mismas herramientas que anteriormente utilizaban para su labor pacífica, habían creado, en las salvajes anfractuosidades de aquellas sierras, verdaderas obras maestras de fortificaciones, trincheras, casamatas y nidos de ametralladoras. Una altura defendida por semejante sistema de posiciones y una tropa decidida, podían llegar a ser inexpugnables para los medios que en aquel tiempo se disponía. [...] Incluso nosotros, los aviadores de ataque, poco podíamos contra ellas. Si atacábamos, los rojos se echaban a tierra y nuestras bombas, arrojadas una a una y al azar, estallaban sin causar mayores efectos.

Esto nos sugirió la idea de intentar lanzamientos en masa. Nos acercábamos a las posiciones desde atrás, por entre los precipicios en formación cerrada y a escasa altura, y atacábamos la cima en vuelo rasante. A una señal dada, lanzábamos las bombas a un mismo tiempo y aquellos regueros producían efectos concentrados. [...]

También inventaron mis mecánicos una especie de bomba Napalm rudimentaria. Montaron sobre un recipiente lleno de gasolina o de una mezcla de ésta con aceite usado de motores, una bomba incendiaria y otra de fragmentación, que tras el impacto incendiaban y desparramaban el contenido. Aquellos artefactos eran muy rudimentarios, pero no dejaron de surtir sus efectos. Paso a paso fuimos reuniendo experiencia; practicamos por iniciativa propia todo género de mejoras y enviamos voluminosos informes a Berlín."


Cuando Adolf Galland se refiere a Oviedo, en realidad pretende aludir al conjunto de Asturias (la capital, de hecho, estaba controlada por el bando golpista). De este modo, las montañas de Oviedo no son otras que las del oriente asturiano, concretamente la sierra del Cuera, donde tuvo lugar la sangrienta batalla del Mazucu entre los días 5 y 20 de septiembre de 1937 y durante la cual el apoyo de la aviación alemana resultó fundamental para el avance de las tropas nacionales.




FUENTES


GALLAND, Adolf: Memorias. Los primeros y los últimos. Madrid, Altaya, 2008, págs. 61-63.

El Comercio. Crónicas de la guerra civil de Asturias. 

jueves, 28 de noviembre de 2013

¿Qué son los neocon? Neoconservadurismo y el nuevo orden mundial



El neoconservadurismo surgió en los Estados Unidos a finales de los años sesenta y comienzos de los setenta, en torno a un grupo de demócratas liberales y antiguos trotskistas críticos con la política del Partido Demócrata. Buena parte de los trotskistas eran judíos que fueron distanciándose del comunismo frente al antisemitismo de Stalin y, tras el establecimiento del Estado de Israel, a causa del apoyo soviético a los países árabes. Partidarios de un mayor gasto militar y de ferviente anticomunismo, los neocon consideraban que la expansión de la democracia por todo el orbe beneficiaría los intereses de los Estados Unidos. Defensores a ultranza del capitalismo más agresivo, rechazaban el modelo de Estado de bienestar basado en las políticas keynesianas de posguerra. Irving Kristol fue uno de sus fundadores, considerado como el padrino de los neocon hasta su muerte en 2009. Los neocon están integrados en el Partido Republicano.

En el contexto internacional, los neocon se evaden del realismo que considera a los estados como amorales para pasar a catalogarlos como buenos y malos. En sus esquemas, Estados Unidos representa el máximo exponente del bien, por lo que su modelo político, sus intereses económicos y el mantenimiento de su hegemonía justifican cualquier acción o injerencia en el exterior. De esta tesis surgieron, durante el mandato de George W. Bush, los conceptos de guerra preventiva y eje del mal.

Las tesis neoconsevadoras fueron asumidas en los años ochenta por Ronald Reagan, el cual, junto a la primera ministra de Reino Unido, Margaret Thatcher, exportó el modelo económico neoliberal a través del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. En el año 2000, George W. Bush llegó a la Casa Blanca e integró en su Gabinete a varios neoconservadores: Donald Rumsfeld como Secretario de Defensa; Dick Cheney como Vicepresidente; Paul Wolfowitz como Vicesecretario de Defensa... Contrastaban con la presencia del moderado Collin Powell, un hombre inteligente, popular y, al parecer, integrado en la Administración Bush por insistencia del padre del Presidente, George H.W. Bush [1]. Otros integrantes del lobby neocon son Condoleezza Rice, Richard Perle, Robert Kagan, Karl Rove, William Kristol, John McCain, Francis Fukuyama... Cuentan con el apoyo de The Wall Street Journal, The New Republic y The Weekly Standar [2].

De derecha a izquierda: George W. Bush, Donald Rumsfeld y Paul Wolfowitz.

Sin embargo, el verdadero punto de inflexión para la ofensiva neocon fueron los atentados del 11 de septiembre de 2001. Así lo afirma Dario Valcárcel: 

"Una de las cosas que debemos a Al Qaeda es la emergencia en fuerza de los neocon, enhorabuena. [...] Dicen que muy poco después de los atentados del 11-S, Wolfowitz le vendió a Bush su antiguo proyecto de ataque a Irak. No relacionado con el terrorismo, sino con el reshape de la zona" [3].

El 11-S se convirtió en el pretexto de los neocon para tratar de remodelar el mundo a su antojo incluso, como se ha comprobado, al margen del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Es en este marco donde debemos situar el famoso Eje del Mal de Bush: Irak, Irán y Corea del Norte.

El neoconservadurismo ha calado entre algunos dirigentes extranjeros. En el caso de España, José María Aznar es un claro referente, cuyo segundo mandato se vio claramente influenciado por las politicas neoliberales de su homologo George W. Bush. Un pequeño lobby representante de este modelo en España es el Grupo de Estudios Estratégicos (GEES), fundado en 1986 por un grupo de intelectuales.


[1] ALONSO ZALDÍVAR, Carlos y VALCÁRCEL, Dario: Una conversación sobre Irak. Madrid, Biblioteca Nueva, 2003, pag. 29.
[2] Ídem, pag. 21.
[3] Ídem, pág. 24.


FUENTES


TAYLOR, Steven L.: 50 teorías políticas apasionantes y significativas. Barcelona, Blume, 2011, pág. 144.

ALONSO ZALDÍVAR, Carlos y VALCÁRCEL, Dario: Una conversación sobre Irak. Madrid, Biblioteca Nueva, 2003.

bitacorapi.blogia.com

sábado, 23 de noviembre de 2013

Presidentes del Gobierno de España: de la transición hasta el presente

 
Esta entrada sigue la estela de la publicada hace unos meses sobre los presidentes de los Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial. En este caso, presentamos un listado de los presidentes del Gobierno desde la transición hasta la actualidad. Espero que sea de utilidad para estudiantes y aficionados a nuestra historia reciente.
 



lunes, 11 de noviembre de 2013

95 años del fin de la Primera Guerra Mundial: 11 horas del día 11 del mes 11 de 1918


Firma del Tratado de Versalles, 28 de junio de 1919.

"Esto no es un tratado de paz, sino un armisticio de veinte años", Ferdinand Foch.

11.00 horas del 11 de noviembre de 1918: Fin de la Primera Guerra Mundial, un conflicto que arrojaba a su ocaso la cifra de ocho millones de muertos. Los imperios otomano y austro-húngaro desaparecían del mapa, al tiempo que en el ruso se imponía el comunismo y los Estados Unidos se consolidaban como la potencia hegemónica de todo el orbe. Y Francia, el país que había sufrido en su territorio lo peor de la guerra, miraba hacia los tratados de paz con un profundo revanchismo.

El presidente estadounidense Wilson anhelaba una paz estable. El 8 de enero de 1918, presentó ante el Congreso sus Catorce Puntos, orientados hacia una reducción de armamentos y la creación de lo que más tarde se llamó Sociedad de Naciones (SdN). Sin embargo, sus socios europeos no eran tan tibios.

El Tratado de Versalles firmado en junio de 1919 en la Sala de los Espejos resultó extremadamente duro. Alemania era considerada como la potencia agresora y, por ello, debía asumir su responsabilidad renunciando a Alsacia y Lorena -que retornaban a control de Francia-, a la mayor parte de Prusia Oriental -en beneficio de Polonia- y a sus colonias, administradas desde entonces por la SdN. Su ejército, privado de cualquier elemento considerado ofensivo, no podría superar los 100.000 hombres. Sin embargo, el aspecto más penoso consistió en la imposición de reparaciones de guerra por parte de Francia, según las cuales Alemania habría de pagar el costo de la guerra en moneda u otros bienes como carbón y acero. El último pago de las indemnizaciones de guerra por Alemania se produjo el 3 de octubre de 2010. ¡92 años después del fin del conflicto!

El lamentable Tratado de Versalles, impuesto a una Alemania que, recordemos, no fue totalmente derrotada -no se ocupó su territorio como ocurriría al final de la Segunda Guerra Mundial- provocó un profundo descontento en la sociedad alemana que más tarde se agravaría en los tiempos de la hiperinflación de la República de Weimar. Conjunto de desencantos y fatalidades que, años más tarde, Adolf Hitler sabría exprimir. Considerado por los nazis como fuente de todos los males de Alemania, Hitler anuló el Tratado de Versalles en 1935 y Alemania se lanzó hacia la vía sin retorno de un frenético rearme que derivó en la Segunda Guerra Mundial.
 

FUENTES


LIVESEY, Anthony: Grandes Batallas. La Primera Guerra Mundial. Barcelona, 2002, Folio, pp. 102-103.

El País, 3 de octubre de 2010.
 

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Ruanda y el genocidio de 1994 (II): Paul Rusesabagina, el héroe del hotel des Mille Collines


 
 
En 1994, Paul Rusesabagina trabajaba como gerente del prestigioso hotel des Mille Collines, ubicado en la capital ruandesa de Kigali y perteneciente a la empresa belga Sabena. Paul era hutu, pero convivía pacíficamente con sus vecinos tutsis. De hecho, su mujer pertenecía a esta etnia. Eso le convertía en un hutu moderado, colectivo que figuraba como objetivo a eliminar en los planes de exterminio de los extremistas hutus.

La condición de hutu moderado era lo suficientemente abstracta como para que cualquiera medianamente hábil pasase desapercibido. Y él, en efecto, disponía de suficiente astucia y agilidad mental, condiciones inherentes a la dirección de un gran hotel donde, por otra parte, solían alojarse figuras influyentes del país. Esto brindó a Paul cierta influencia al disponer de contactos diplomáticos, empresariales y gubernamentales.

El 6 de abril de 1994 comenzó el Genocidio de Ruanda. Las matanzas, en buena parte a machetazos, discurrieron de la mano de las milicias hutu por todo Kigali. El barrio acomodado donde habitaba Paul junto a su familia no fue una excepción y veintiséis de sus vecinos acudieron a su hogar en busca de protección, conscientes de su condición de hutu y de su trato con figuras importantes del país. La situación se complicó en aquellos momentos:

"Mi mujer es tutsi, lo cual significaba que tanto ella como nuestros cuatro hijos corrían gravísimo peligro. Y al poco tiempo de presentarse todos [sus vecinos] en mi casa aparece un convoy de soldados en la puerta al mando de un joven y agresivo capitán."[1]

Paul logró convencer al capitán para que le llevasen junto a su familia y vecinos al hotel, con promesas de dinero a cambio de sus vidas. Acción que habría de repetir a lo largo de los cien días que siguieron. Pronto se corrió la voz entre los tutsis y hutus moderados del nuevo uso que se estaba dando al Mille Collines como refugio. Aquellos que gozaban de capacidad económica, costeaban su establecimiento como meros clientes. Sin embargo, la mayoría no disponía de posesión alguna, muchos eran niños cuyos padres habían sido asesinados. Con la ayuda del comandante de las fuerzas de UNAMIR, Roméo Dallaire, Paul logró extraer poco a poco a los refugiados fuera del país. En total, 1.268 personas se salvaron gracias su combinación de sobornos, contactos con líderes extremistas hutus y otras tretas, como la manipulación de los registros del hotel. Incluso, Paul tuvo ocasión de huir junto a su familia en un camión escoltado por las exiguas fuerzas de UNAMIR y, consciente de ser la única esperanza de los refugiados del hotel, decidió quedarse. Finalmente, el camión fue detenido por las milicias hutu y obligado a regresar al hotel, siendo golpeada toda su familia.

Tras cien días cercados, Paul, su familia y el resto de refugiados huyeron a Tanzania con la ayuda del Frente Patriótico de Ruanda (FPR). Desde 1996, Paul vive en Bélgica. Preside la fundación Hotel Rwanda Rusesabagina Foundation, que tiene por objetivo la reconciliación de los ruandeses y eliminar la posibilidad de un nuevo genocidio en la región de los Grandes Lagos de África.


[1] El País, 27 de febrero de 2005.

 
FUENTES
 
 

jueves, 31 de octubre de 2013

Ruanda y el genocidio de 1994 (I): Conflicto entre hutus y tutsis


Letrero que señala la ubicación del memorial del Genocidio en Kigali.
Autor: Adam Jones, Ph.D./Wikimedia Commons Web personal: adamjones.freeservers.com

1994, año del terror en la República de Ruanda. En este pequeño país de África Central, la frágil convivencia entre las etnias hutu y tutsi salta por los aires. En torno a un millón de personas fueron asesinadas.

En Ruanda conviven tres pueblos: los TWA (muy minoritarios, suponen el 1% de la población), los tutsi (14%) y los hutu (85%). La rivalidad entre tutsis y hutus fija sus raíces en el siglo XV, cuando los primeros, procedentes de Etiopía, invadieron las tierras de lo que hoy es Ruanda. Tras la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial, la administración colonial de Ruanda correspondió a Bélgica, etapa durante la cual se agravó la problemática convivencia entre ambas etnias. Las autoridades belgas apoyaron el tradicional liderazgo tutsi, contando incluso con una monarquía. Derechos fundamentales, como la educación, estuvieron restringidos para los hutus.

A finales de los años cincuenta, en pleno proceso de descolonización, la tensión fue en aumento. En noviembre de 1959 comenzó la Revolución Campesina Hutu, poniendo fin al dominio tutsi. La escalada hutu hacia el poder se consolidó con su victoria electoral y la independencia de 1962, proclamando la República de Ruanda. 120.000 tutsis partieron hacia los países vecinos, desde los cuales trataron de preparar su regreso al poder, perpetrando atentados contra las autoridades hutu que, a su vez, solían saldarse con nuevas matanzas de tutsis. Los sesenta fueron años de gran tensión social. En 1973, el general hutu Juvénal Habyarimana derrocó al Gobierno, y a partir de entonces se vivió cierta estabilidad en Ruanda, si bien éste reservó las cotas de poder para su pueblo.

En 1988 nació un movimiento político y militar: el Frente Patriótico Ruandés (FPR). Sus dirigentes eran los jóvenes tutsis expatriados junto a sus padres a comienzos de los sesenta. Entre ellos destacaban Fred Gisa Rwigema y Paul Kagame, actual presidente de Ruanda. Su programa, al menos en apariencia, era de carácter democrático, orientado hacia la convivencia entre tutsis y hutus, planteando la supresión de los carnés diferenciados para crear una identidad nacional ruandesa. Contaban con apoyo de Uganda, Estados Unidos y Gran Bretaña.

El 1 de octubre de 1990, el FPR invadió Ruanda por el norte, desde Uganda. A su paso, las matanzas provocaron el desplazamiento de miles de hutus hacia el interior del país. El Gobierno de Habyarimana reaccionó rápidamente: consideró traidores tanto a los tutsis como a los partidos opositores, al tiempo que, con apoyo militar de Francia, lanzó una contraofensiva  que detuvo el avance del FPR.

En agosto de 1993, tras las gestiones de la Organización para la Unidad Africana (OUA), ambas partes firmaron el Acuerdo de Paz de Arusha. En octubre comenzó la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas a Ruanda (UNAMIR), para el mantenimiento de la paz. Sin embargo, las tensiones no se disiparon, al tiempo que los extremistas hutus comenzaron a preparar la opción cero, un plan para la eliminación de todos los tutsis y hutus moderados.

La situación se agravó el 6 de abril de 1994, cuando el avión en el que viajaba el presidente Habyarimana fue derribado. Según varias investigaciones, la orden para el ataque llegó del entorno de Paul Kagame. Desde esa misma noche las milicias hutus tomaron las calles y comenzaron los asesinatos en masa de tutsis y hutus moderados. El 21 de abril, las fuerzas de UNAMIR pasaron de 2.165 a 270. Se abandonaba a su suerte a la población de Ruanda frente a los crímenes de las milicias. El 22 de junio, el Consejo de Seguridad permitió a las fuerzas francesas lanzar la Operación Turquesa, para el rescate de cientos de civiles.


El conflicto finalizó el 4 de julio de 1994, cuando el FPR logró controlar todo el territorio de Ruanda, expulsando a las milicias y al ejército hutus hacia República Democrática del Congo y, posteriormente, Zaire. En total, un millón de personas fueron masacradas y en torno a 200.000 mujeres sufrieron violaciones. A su vez, 1,4 millones de hutus abandonaron Ruanda por temor a las represalias del FPR, siendo confinados en uno de los mayores campos de refugiados de la historia, en Zaire.

La ONU lo reconoció como un genocidio y, en 1999, pidió perdón por no haber intervenido: los cascos azules destinados se limitaron a evacuar a los extranjeros presentes en el país. En realidad, la implicación de los Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia dificultó una posible intervención internacional.




FUENTES


Adam Jones. Global Photo Archive

Marianistas

El Mundo, 23 de febrero de 2005

Centro de Información de las Naciones Unidas

sábado, 12 de octubre de 2013

Origen de la fiesta del 12 de octubre: del Día de la Raza al Día de la Hispanidad


Plaza de Mayo, Buenos Aires. Festejos del Día de la Raza con una imagen de
Cristóbal Colón. 1929. Fuente: Archivo General de la Nación, Argentina.

No hace falta señalar que la fiesta nacional de España se celebra el 12 de octubre a causa del descubrimiento de América allá por 1492. Sin embargo, existe bastante desconocimiento con respecto a una festividad que nació hace ahora un siglo, impulsada desde España y buena parte de las repúblicas americanas de ascendencia hispana con el objetivo de estrechar lazos apoyándose en el patrimonio cultural común.

El padre de la festividad fue Faustino Rodríguez-San Pedro, presidente de la asociación Unión Ibero-Americana, en 1913 (inspirándose, a su vez, en la idea del Día de Colón del periodista ovetense José María González García)[1]. Por su simbolismo, se consideró que el día 12 de octubre sería el idóneo para una festividad que uniese a los pueblos hispanos. De este modo, se comenzó a celebrar esta festividad bajo varias denominaciones: en 1914, la Unión Ibero-Americana la celebró como Fiesta de la Raza Española; en 1915, la Casa Argentina de Málaga como Día de la Raza; y en 1917, el ayuntamiento de Madrid la celebró como Fiesta de la Raza. Así, en 1917, el presidente argentino Hipólito Irigoyen instauró el Día de la Raza como fiesta nacional y, en junio de 1918, Alfonso XIII hizo lo propio. Otros estados americanos aceptaron la celebración.

Existía una serie de cuestiones políticas proclives a facilitar este acercamiento entre España e Hispanoamérica. Por parte americana, se concibió el Día de la Raza  como un símbolo frente a la cada vez mayor influencia de los Estados Unidos y el Corolario Roosevelt, basado en la Doctrina Monroe que, si bien defendía la no injerencia de estados no americanos en el continente, también reservaba para los Estados Unidos el derecho a intervenir contra el resto de estados americanos.

En cuanto a España, se combinaba un sentir popular con un anhelo regeneracionista. Por un lado, se pretendía crear un bloque frente a la hegemonía de las potencias del momento, sobre todo Francia y Gran Bretaña. Por otro lado, a partir del desastre de 1898 nació un espíritu regeneracionista en el cual se integró un paralelo hispanoamericanismo, no solo influenciado por los aspectos culturales comunes, sino también por el fenómeno migratorio que se estaba dando hacia las américas. En resumen, las autoridades españolas trataron de impulsar las relaciones con Hispanoamérica desde un punto de vista cultural, y es en ese contexto donde debemos integrar la instauración del Día de la Raza, que vino a coincidir con la creación de la primera embajada española en el continente americano, la de Buenos Aires (1917). Esta política fue seguida e intensificada, con notable éxito, durante la dictadura de Primo de Rivera y parcialmente abandonada durante la II República, donde las energías se orientaron hacia una mayor integración en Europa.
 
En España, la festividad del 12 de octubre se mantuvo como Día de la Raza hasta 1958, siendo denominada desde entonces como Día de la Hispanidad. En América se han producido otros cambios que han dado lugar a variadas denominaciones:
 
Argentina: Día de la Diversidad Cultural Americana.
Chile: Día del Descubrimiento de Dos Mundos.
Uruguay: Día de las Américas.
Costa Rica: Día de las Culturas.
México: Día de la Raza Iberoamericana.
Venezuela: Día de la Resistencia Indígena.
Estados Unidos: Columbus Day.
 
FUENTES


DE LA TORRE, Hipólito: "La regeneración internacional fallida (1914-1931)" en PEREIRA, Juan Carlos (Coord.): La política exterior de España. De 1800 hasta hoy. Barcelona. Ariel, 2010, págs. 571-585.

Biblioteca Municipal de Guayaquil
 

lunes, 7 de octubre de 2013

Yom Kippur: cuarenta años de la cuarta guerra árabe-israelí


Bandera egipcia, 6 de octubre de 1973.
 
La Guerra de los Seis Días de 1967 había sido una humillación para los estados árabes de Egipto, Siria y Jordania. Haciendo uso de su superioridad en aviones y carros de combate, Israel salió triunfante y ocupó los territorios de la franja de Gaza y el Sinaí (egipcios), Cisjordania (jordana) y los Altos del Golán (sirios). Los estados derrotados se vieron desprovistos de cualquier posibilidad diplomática para romper el statu quo que Israel trató de mantener a toda costa sobre los territorios recién adquiridos.

El Egipto de Anwar Sadat -sucesor de Nasser- y la Siria de al-Asad no olvidaron su humillación y seis años más tarde trataron de modificar la situación por medio de las armas. El inicio de su ofensiva tuvo lugar a las 2 de la tarde del 6 de octubre de 1973, día sagrado de Yom Kipur para los israelíes. La fecha no había sido elegida al azar: tratándose de la festividad judía más importante, los reservistas del Ejército israelí se encontraban dispersos por las sinagogas y el país estaba completamente paralizado. Por tanto, el factor sorpresa resultó fundamental en el éxito que aquel día tuvieron las tropas de la coalición. Comenzaba así la Guerra de Yom Kipur o, para los árabes, Guerra de Octubre. Tal y como señala Frédéric Encel [1], en el lapso de seis años comprendidos entre 1967 y 1973 se produjo un factor fundamental que modificó la situación: la Unión Soviética instruyó al Ejército de Egipto y lo dotó de armamento, en especial de misiles aire-tierra que acabaron con la supremacía aérea israelí; y misiles anticarro SAGGER, que pusieron en jaque a los blindados enemigos. A ello debe sumarse el sentimiento de invulnerabilidad existente entre los israelíes, que explica en cierto modo la incapacidad del Gobierno de Golda Meir a la hora de calcular la envergadura del ataque enemigo cuando, en la mañana de aquel día 6, los informes de inteligencia advirtieron de la inminencia del mismo.
 
Evacuación de bajas israelíes durante la Guerra de Yom Kippur.
Fuente: Israel Defense Forces.

Tampoco supo anticiparse Moshé Dayán, el jefe del Estado Mayor del Ejército de Israel y ministro de Defensa, de modo que la línea de Bar Lev -fortificaciones establecidas por Israel desde 1967 en la orilla este del Canal de Suez- tuvo que soportar los ataques enemigos durante dos días, sufriendo numerosas bajas y perdiendo tanques y aviones en gran número hasta que se logró movilizar a los reservistas. La situación alcanzó tal nivel crítico que el propio Dayán, temeroso de la desaparición de Israel como estado, llegó a proponer en la reunión del Gobierno del día 7 el empleo de la bomba atómica. Todo ello llevó al apoyo de los países occidentales a Israel, especialmente los Estados Unidos, que establecieron un puente aéreo para abastecer a su aliado de armas y municiones. La respuesta de la Liga Árabe llegó el 17 de octubre: los países de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) decidieron establecer un embargo y cesar su exportación de petróleo a varios países occidentales, dando lugar a la primera crisis del petróleo.
 
Artillería egipcia durante la Guerra de Yom Kippur.

Con el apoyo recibido, Israel pasó a la ofensiva, recuperando el Golán y adentrándose en territorio sirio. Mientras, en el frente del Sinaí, el general Ariel Sharon consiguió cruzar el Canal de Suez y cercar al III Ejército de Egipto. La presión internacional y, sobre todo, los Estados Unidos, obligaron a ambas partes a acordar un alto el fuego el 24 de octubre, estableciendo negociaciones en el Sinaí.

Encuentro de generales egipcio e israelí durante un alto el fuego.
Fuente: Israel Defense Forces.

En cuanto a Siria, se vio obligada a declarar un alto el fuego debido a la proximidad de las tropas israelíes con respecto a Damasco -unos veinte kilómetros-, aceptando las fronteras anteriores a la guerra. Por su parte, a instancia de Henry Kissinger, secretario de Estado norteamericano, Egipto e Israel llegaron a un acuerdo para que éste último abandonase el Sinaí, al tiempo que una fuerza internacional pasó a controlar la frontera. Todo ello culminó en los Acuerdos de Camp David de 1979, primer tratado de paz de Israel con un país árabe, lo que supuso la expulsión de Egipto de la Liga Árabe [2].

La cuestión en torno a quién fue el vencedor no es clara. En el campo de batalla, las tropas israelíes lograron imponerse a sus enemigos, pero la de Yom Kippur fue una guerra que causó honda sensación de derrota en la sociedad israelí, no solo por caerse el mito de la invencibilidad de sus tropas, sino también por el elevadísimo número de bajas. Por su parte, los egipcios continúan considerándose vencedores, sobre todo porque la guerra sirvió para desbloquear la cuestión del Sinaí. En cualquier caso, el conflicto supuso la muerte de 13.500 soldados: 7.500 egipcios, 3.500 sirios y 2.500 israelíes.

 
[1] ENCEL, F.: El arte de la guerra. Estrategas y batallas. Madrid. Alianza Editorial, 2005, págs. 276-277.
[2] VV.AA.: Atlas de Historia del Mundo. Barcelona. Parragon Books, 2006, pág. 291.

 
FUENTES
 
 
ENCEL, F.: El arte de la guerra. Estrategas y batallas. Madrid. Alianza Editorial, 2005.
 
VV.AA.: Atlas de Historia del Mundo. Barcelona. Parragon Books, 2006.

"Yom Kippur, la última gran guerra entre Israel y sus vecinos árabes", ABC, 7 de octubre de 2013.

sábado, 5 de octubre de 2013

Muere Vo Nguyen Giap: general vietnamita que derrotó a franceses y estadounidenses

 
Vo Nguyen Giap en 2008. Fuente: Ricardo Stuckert,
Agência Brasil

Ha muerto a los 102 años Vo Nguyen Giap, toda una institución y tesoro nacional de Vietnam, cuya victoria sobre las tropas coloniales francesas en Dien Bien Phu supuso la independencia de Vietnam del Norte. Así mismo, su papel durante la guerra con Vietnam del Sur (Guerra de Vietnam desde un prisma estadounidense) fue clave.

Giap nació en 1911, en una aldea de la provincia indochina de Quang Bihn. Su formación, lejos de ser castrense, tuvo lugar en la Universidad de Hanói, estudiando derecho e impartiendo clases de Historia y Literatura. No obstante, era admirador de Napoleón y Sun Tzu. De fuerte carácter nacionalista, ingresó en el Partido Comunista de Indochina en 1933. En 1939, tras la prohibición de dicho partido, Giap se vio obligado a partir hacia un breve exilio en China. Toda su familia, incluida su mujer -condenada a cadena perpetua- y su hijo recién nacido, murieron a causa de las represalias por parte de los colonizadores franceses. En su estancia en China, Giap conoció a Ho Chi Minh, con el que trabó una relación muy cercana. El líder nacionalista le encargó, en 1940, que se trasladase al norte de Tonkín para organizar las primeras guerrillas del Viet Minh, para combatir tanto a la potencia colonial -Francia- como a la ocupación japonesa. En diciembre de 1944, Giap formó la primera brigada del que poco después sería el Ejército Popular Vietnamita.
 
Giap (izq.) con tropas del Viet Minh en la jungla, cerca de
Kao Bak Lang, 1944.

En 1945, Ho Chi Minh le nombró ministro de Interior del gobierno provisional de la República Democrática de Vietnam. Un año después se convirtió en general jefe del Ejército Popular Vietnamita y ministro de Defensa. Su papel durante la Guerra de Indochina (1946-1954) resultó fundamental. A él se debe la organización de la efectiva acción guerrillera vietnamita contra las tropas coloniales -clave más tarde durante la intervención estadounidense- y el reclutamiento de partidarios que poco a poco conformaron un ejército de 300.000 soldados. Su mayor victoria tuvo lugar en Dien Bien Phu (14 de marzo a 7 de mayo de 1954), donde decidió combatir abiertamente en batalla regular a las tropas francesas. Giap se reveló como hábil organizador de la logística y, en contra de lo que creía posible el Estado Mayor francés, sus tropas lograron subir la artillería, pieza a pieza, a través de la selva y el pronunciado terreno, a lo alto de las montañas que rodeaban la posición francesa. El envío, por parte de la potencia colonial, de paracaidistas en auxilio de sus hombres cercados se topó, sorpresivamente, con un fuego antiaéreo que impidió cualquier refuerzo y se saldó en numerosas bajas. El cerco de Dien Bien Phu mediante trincheras impidió cualquier retirada del contingente francés hasta que, el 7 de mayo de 1954, la posición cayó ante la ofensiva definitiva. De los acuerdos de Ginebra nacían Vietnam del Norte y Vietnam del Sur, el primero liderado por Ho Chi Minh.
 
Giap (derecha) expone el plan de operaciones en la batalla de
Dien Bien Phu a Ho Chi Minh (segundo por la izq.), 1954.

En Dien Bien Phu, Giap ganó su imagen de héroe, hombre cauto y genial estratega. Durante los años sesenta dirigió varias fuerzas del Ejército Popular Vietnamita y, en 1968, aceptó la dirección de la Ofensiva del Tet, si bien manifestó su opinión contraria al considerar que sería un error. En efecto, dicha ofensiva constituyó un fracaso militar al no lograr el esperado levantamiento de los survietnamitas, pero fue un éxito político que demostró a la opinión pública estadounidense que, tras años de combates, las fuerzas de Vietnam del Norte no solo no se habían debilitado, sino que podían lanzar ataques coordinados a gran escala. Giap se fue distanciando de la línea más oficial del politburó norvietnamita, manifestándose contrario a la invasión de Vietnam del Sur en la Ofensiva de Pascua (marzo a octubre de 1972), saldada en derrota; y en la invasión contra los jemeres rojos de Camboya (diciembre de 1978 a enero de 1979). Todo ello le llevó a un progresivo distanciamiento del politburó comunista, siendo destituido como general jefe del Ejército Popular Vietnamita en 1972, aunque manteniendo su cargo de ministro hasta 1986. En 1991 fue relevado de todos sus cargos gubernamentales al tiempo que se le nombró tesoro nacional. Sigue siendo uno de los personajes más admirados por los vietnamitas por detrás de Ho Chi Minh.
 
 
 
FUENTES
 
 
BLACK, J.: Grandes líderes militares y sus campañas. Barcelona. Blume, 2008.
 

miércoles, 2 de octubre de 2013

Guerra Civil española: cifras sobre el material de guerra importado por ambos bandos


Resulta alentador que la sección de colaboradores se esté consolidando a través de compañeros y amigos que, al disponer de mayor conocimiento sobre ciertas parcelas de la Historia que el que suscribe, se prestan a compartirlo en este pequeño blog. Es el caso de Javier Neira, aficionado a la historia militar y buen conocedor del periodo comprendido entre las dos guerras mundiales. Su colaboración se centra en los datos estadísticos recogidos por otros autores en torno al armamento importado durante la Guerra Civil, cuestión sobre la que ha existido un tradicional desconocimiento y de la cual aún queda mucho por estudiar.
 
 
Javier Neira Lobo
Licenciado en Historia
 

Tanque soviético T-26B durante la batalla de Belchite.

A más de setenta años del fin de la Guerra Civil, se dispone de cantidades ingentes de documentación e información acerca de esta contienda armada. Por ello, he tratado de realizar una pequeña síntesis debido a las limitaciones de espacio sobre la producción de material bélico por las partes implicadas y la aportación de terceros países al mismo fin.
 
Las últimas afirmaciones soviéticas aseguran que la URSS envió un total de: 806 aviones, 362 tanques, 120 carros blindados, 1.555 cañones, 500.000 fusiles, 340 morteros, 15.113 ametralladoras, más de 100.000 bombas, unos 3.500.000 obuses, 500.000 granadas, 86.200.000 cartuchos y 1.500 toneladas de pólvora. Hasta el 27 de enero de 1937 se habían recibido, según un informe anónimo de los archivos del Ejército republicano, las siguientes cantidades: 106 tanques, 40 carros blindados, diversos cañones -de los que solo aparece especificada una cantidad de 15 ó 30 antitanques-, 28.173 bombas, 60.000 fusiles, 1.150 fusiles automáticos y 2.577 ametralladoras [1].
 
Las piezas de artillería importadas por el bando nacional se estiman en unas 843, facturadas a través de la Legión Cóndor y del HISMA/ROWAK [2]. A éstas habría que añadir la aportación italiana de 863 piezas [3], haciendo un total de 1.707 piezas  de artillería.

Artillería en la batalla de Guadalajara. Fuente: Bundesarchiv.

La ayuda exterior al Ejército republicano se limitó al valor de las reservas de oro enviadas por el Gobierno español a la URSS, 1.592.851.910 pesetas-oro, aproximadamente 500 millones de dólares al cambio de 1934. Respecto al bando nacional, las cifras italianas y alemanas son más complicadas que las reconocidas después de la guerra:

Ayuda alemana reclamada por Alemania: 1.600 millones pesetas-oro
Ayuda italiana reclamada por Italia: 2.969 millones pesetas-oro
Total: 4.569 millones pesetas-oro
 
Al cabo de discusiones con las autoridades españolas, se convino la siguiente cantidad:

Por ayuda alemana: 1.200 millones pesetas-oro
Por ayuda italiana: 1.968 millones pesetas-oro
Total: 3.168 millones pesetas-oro

Así pues, la ayuda alemana e italiana superaba al total de oro depositado en Moscú en 1.575 millones de pesetas-oro en términos aproximados; de hecho, era casi el doble de su valor [4]. Esto no quiere decir que la República solo comprase armas con dicho oro y, en cualquier caso, los rusos aseguran haber gastado, además del depósito que se les confió, una suma calculada en 120 millones de dólares. Esto, si se suma al depósito de oro existente en Francia (257 millones de pesetas-oro) y a los empréstitos conseguidos por la Hacienda española (201 millones) más el total del oro enviado a la URSS, alcanza una cantidad de 2.050 millones de pesetas-oro, aún por debajo del volumen nacional.

Resumen de los principales medios importados y de su coste:

Fuente: MOLINA, Lucas y MANRIQUE, José María: Armas y uniformes de la Guerra Civil Española.
Madrid. Tikal, 2009, pág.39.
 
En función de la procedencia del material importado, Molina y Manrique aportan los datos siguientes:

Fuente:  MOLINA, Lucas y MANRIQUE, José María: Op.Cit., pág.39.

Como puede observarse la contribución de la URSS sólo fue superior en ametralladoras y fusiles, pero había graves problemas en cuanto a la diversidad del material y sus distintos calibres y variedad de municiones.

Según fuentes más modernas, la cantidad de aviones entregados a los bandos varía.

*Deben añadirse unos 250 cazas producidos en España con materiales soviéticos.



En lo que respecta al aporte humano a ambos bandos:

-Alemanes: 15.000 hombres en total en el bando nacional (6.500 permanentes como máximo).
-Italianos: 100.000 hombres en el bando nacional (simultáneamente 40.000 como máximo).
-Marroquíes: en torno a 70.000 en el bando nacional; unos mil en el bando republicano (sin contar los pocos centenares integrados en las Brigadas Internacionales.
-Irlandeses y portugueses: 1.000.
-Rusos: unos 2.000 en 1937 y, a partir de entonces, no menos de 1.000, con un total máximo de 6.000.
-Brigadas Internacionales: encuadran una cifra superior a los 120.000 hombres, y de ellos, aproximadamente, unos 70.000 fueron extranjeros (simultáneamente sólo estuvieron en España entre 25.000 y 40.000 hombres).

La suma de todas las nacionalidades sería de un aporte de 186.000 hombres para el bando nacional y entre 77.000 y 127.000 en el republicano.

 

[1] ALPERT, Michael: El ejército republicano en la guerra civil. Barcelona. Ibérica de Ediciones y Publicaciones, 1977, pág.265.
[2] MOLINA, Lucas y MANRIQUE, José María: Armas y uniformes de la Guerra Civil Española.
Madrid. Tikal, 2009, pág.231.
[3] Ibídem., pág.237.
[4] ALPERT, Michael: Op.Cit., págs. 266-267.

 
FUENTES
 
 
ALPERT, Michael: El ejército republicano en la guerra civil. Barcelona. Ibérica de Ediciones y Publicaciones, 1977.
 
MOLINA, Lucas y MANRIQUE, José María: Armas y uniformes de la Guerra Civil Española.
Madrid. Tikal, 2009.
 
 
PROCEDENCIA IMÁGENES


"España, batalla de Guadalajara, 1937": Bundesarchiv Bild 183-2006-1204-510, Spanien, Schlacht um Guadalajara.



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