sábado, 16 de marzo de 2013

El I.R.A. y la lucha por la independencia de Irlanda (1916-1926)

Con esta entrada inauguramos la sección de colaboradores. En este caso, es un placer poder contar con la participación de un buen compañero y amigo como P. Huerta. Os dejamos con su apasionante texto.


Pablo Huerta
Licenciado en Historia


Monumento conmemorativo de la Guerra de Independencia
de Irlanda. Dublín.

 
El Ejército Republicano Irlandés (IRA), como organización propiamente dicha, es configurado en 1919 por el republicano irlandés Michael Collins, en el contexto de lo que se conoce como la “Guerra de Independencia” irlandesa, llevando a cabo una guerra de guerrillas contra el dominio británico de la isla. Pero para iniciarnos en su estudio debemos retrotraernos, por lo menos, a unos cuantos años antes.
 
A principios del siglo XX Irlanda se hallaba en su totalidad bajo el dominio de Gran Bretaña, actuando en lo político diversos grupos que no estaban conformes con esta situación: el Partido Parlamentario Irlandés (IPP) de John Redmond, que luchaba por el Home Rule, un régimen de autonomía para la isla; el Sinn Féin de Arthur Griffith, propugnando una monarquía dual para el Reino Unido como la que imperaba en Austria-Hungría y un absentismo hacia las instituciones británicas, suerte de desobediencia civil con la que los representantes irlandeses electos harían inviable la dominación del Imperio, ideas no muy extendidas entre la población; la reorganizada Hermandad Republicana Irlandesa (IRB), heredera de las insurrecciones “fenianas” del siglo XIX, practicando un decidido entrismo en todas las organizaciones nacionalistas, luchando sobre todo por el control del SF.
 
En el noreste de la isla (una parte del Ulster) la situación era radicalmente distinta. Allí la población de origen protestante era mayoritaria y, políticamente, el unionismo era preponderante. La Orden de Orange ejercía de elemento para la conciliación de clases con una ideología unionista supremacista, que consideraba cualquier avance (real o supuesto) de la población católica como un perjuicio para sí. Este poder de la Orden se cristalizaba políticamente en el Partido Unionista, fundado en 1886 para luchar contra el Home Rule. En esta franja de la isla, el nacionalismo irlandés lo tenía muy complicado.

En 1912, ante la inminente aprobación del Home Rule, Edward Carson, prominente unionista y agitador de la consigna sectaria “Home Rule is Rome Rule”, creó la Fuerza Voluntaria del Ulster (UVF), una milicia paramilitar dispuesta a rechazar la medida con las armas en la mano, si fuese preciso.
 
En respuesta a la UVF, en noviembre de 1913 Eoin MacNeill, uno de los lugartenientes de Redmond, fundó la milicia de los Voluntarios Nacionales Irlandeses (INV), una fuerza consensuada entre los diferentes grupos nacionalistas con la que presionar por el Home Rule. Contenía en su seno la semilla de la escisión, pues una parte de los voluntarios debían su lealtad a la IRB, la cual tenía unos objetivos más ambiciosos que la autonomía: la independencia de Irlanda.
 
Durante 1914, ambas milicias se dedicaron a armarse. El estallido de la Primera Guerra Mundial constituía, a ojos de la IRB, la oportunidad perfecta para desembarazarse del dominio británico. El 18 de septiembre de 1914 se aprobaba, finalmente, el Home Rule, a condición de que no entrase en vigor hasta que finalizase el conflicto bélico. Redmond, por su parte, ofreció el apoyo de los INV a los británicos para su esfuerzo de guerra, lo cual estaba en sintonía con los sentimientos mayoritarios de la población irlandesa, a tenor del gran número de hombres que se alistaron en el Ejército británico.
Fue la excusa perfecta para que la IRB promoviese la escisión: de un total de unos 180.000 voluntarios, consiguió desgajar a unos 10.000, que tomaron el nombre de Voluntarios Irlandeses (IV) u Óglaigh na hÉireann en gaélico, soldados de Irlanda, denominación que reivindicarán todos los IRA hasta la actualidad. Estos hombres estaban liderados por el mismo MacNeill, además de por hombres tan significativos a partir de ese momento en el republicanismo irlandés como Patrick Pearse o Michael Collins.

Con esta fuerza, la IRB decidió organizar la rebelión armada. Contó para su esfuerzo con el apoyo del Ejército Ciudadano Irlandés (ICA) y de Cumann na mBan, una organización de mujeres republicanas fundada por la Condesa Markiewicz. El ICA había sido organizado por James Connolly a finales de 1913 como una milicia que defendiese las huelgas obreras de la represión policial. Pretendía ser expresión de sus ideas de que la independencia nacional debía llevar aparejada la revolución socialista.
 
La rebelión desencadenada por estas fuerzas y conocida como el Levantamiento de Pascua de 1916 (Easter Rising) fue un desastre absoluto. Se inició el lunes 24 de abril y prácticamente estuvo limitado a Dublín, donde sus dirigentes proclamaron la República irlandesa, con un apoyo social relativo.
 
Sin embargo, de este estrepitoso fracaso emergería ulteriormente la victoria, como había vaticinado Pearse. De partido casi insignificante, el Sinn Féin pasó a tener 125.000 afiliados en 1918. Organizado por los voluntarios que engrosaban las filas de parados, el SF se convierte en adalid de la causa irlandesa, ganándose el apoyo del clero católico más joven (y de algunos obispos), así como implicando a muchas mujeres en sus actividades. Actuaba como una suerte de Frente Popular, pues implicaba un sentimiento antibritánico, antipolicial, en definitiva, antisistema; no importaba gran cosa la ideología. Los elementos moderados al estilo del IPP se hundieron.

1918 contempló varias victorias de su causa. Consiguió revocar en la calle la imposición británica del reclutamiento obligatorio en la isla, a través de una huelga general y de una vasta campaña de agitación, en un clima casi insurreccional. La represión lanzada contra el partido y la detención de toda su cúpula, acusados de conspirar para Alemania, no hizo sino otorgarle un éxito propagandístico. Menudeaban, ya desde el año anterior, las acciones violentas de los Voluntarios que, reorganizados por Michael Collins, comenzaron a llamarse Irish Republican Army, el Ejército Republicano Irlandés (IRA). Para el otoño, abocaron a algunas zonas del país al caos.

En el mismo año se convocaron unas elecciones que el Sinn Féin enfocó como un plebiscito por la independencia. Fueron los últimos comicios que tomaron como base la isla en su conjunto hasta el día de hoy. Se repartían 105 escaños, de los que el Sinn Féin consiguió 73, el Partido Unionista 26 (23 en el Ulster) y 6 el Partido Irlandés (IPP).
 
Tras este resultado, los elegidos (salvo los unionistas, que como era previsible se abstuvieron de acudir a la llamada) se reunieron el 21 de enero de 1919 como Dáil Éireann (Parlamento Irlandés) y proclamaron la independencia sobre la base de la declaración de 1916. Éamon de Valera fue elegido presidente del mismo, así como del gobierno. En la práctica, pasó a funcionar una doble autoridad. “Los muchachos del IRA” hacían valer la suya ocupando latifundios, roturando tierras de pasto y, en definitiva, ocasionando diversos daños a la propiedad privada, algo que constituía un verdadero problema para el Sinn Féin, que pretendía no enemistarse con los sectores moderados y, sobre todo, con la Iglesia. Los chicos de Collins actuaban por su cuenta: el 19 de diciembre de 1918 habían atacado el coche oficial del Virrey, en lo que algunos consideran la acción que da comienzo a la Guerra de Independencia o Guerra Anglo-Irlandesa de 1918-1921.

Organizado en brigadas locales y flying columns (“columnas volantes”) de veinte a treinta hombres, con unos tres mil voluntarios activos de un total de quince mil, el IRA desencadenó una guerra de guerrillas que hizo inviable para los británicos el gobierno de buena parte de la isla. Sus operaciones, dirigidas sobre todo a golpear al Royal Irish Constabulary (RIC, cuerpo de policía), tenían una gran eficacia en condados como Cork, Tipperary, Kerry… donde las “columnas volantes” estaban dirigidas por hombres muy decididos.
 
El Dáil concentró sus actividades en tres direcciones, sin demasiado éxito: ganarse a los Estados Unidos con su Declaración de Independencia, motivo por el cual De Valera viajó a este país en mayo de 1919, ganarse a la Internacional Socialista, reunida en Berna, con su “Programa Democrático”, bastante izquierdista y, fundamentalmente, conseguir el apoyo de la Conferencia de Versalles, algo imposible dado que los republicanos habían recibido apoyo alemán y se habían opuesto a la Primera Guerra Mundial pero, en cualquier caso, perdió el control de los acontecimientos.
 
Los británicos no comenzaron a tomarse las cosas en serio hasta finales de 1919. En octubre ilegalizaron el Dáil y, el 25 de noviembre, al Sinn Féin, al IRA, a Cumann na mBan y a la Liga Gaélica. 40.000 hombres se encargaron de combatir al IRA desde el RIC, los Black and Tans y los Auxiliares, cuerpos estos dos últimos famosos por sus expeditivos métodos, lo que no sirvió sino para aumentar las simpatías populares hacia el IRA.
 
La Guerra fue fundamentalmente un asunto librado en el Sur. En el Norte el panorama era completamente diferente. Allí, las pocas acciones del IRA (en gran medida sectarias, contra “protestantes colaboracionistas”) resultaban contraproducentes, pues eran contestadas sin contemplaciones por los B-Specials, cuerpo paramilitar casi exclusivamente protestante heredero de la UVF y tristemente conocido por su brutalidad. La respuesta se concretaba en disturbios contra la población católica, incendios, expulsiones de los lugares de trabajo… Esta situación retroalimentaba el sectarismo en el Sur, toda vez que se desataban allí violencias contra los protestantes.
 
El predominio del unionismo en el noreste de la isla y su decidida actitud a no ceder posiciones llevó a Lloyd George a sancionarlo con la promulgación del “Acta para el Gobierno de Irlanda” en 1920, que entraría en vigor plenamente en mayo del año siguiente. Esta ley es fundamental para entender el problema irlandés contemporáneo pues fue la que estableció la partición de la isla. En efecto, dividía el país en dos zonas, cada una con un parlamento propio: el noreste unionista de seis condados más los distritos de Belfast y Londonderry, y los veintiséis condados restantes. Desde el bando republicano no se valoró la medida en su justa medida y, en cualquier caso, dado su absentismo en Westminster no pudo influir en su promulgación.

 
Fuente: elaboración propia. Pulsar en la imagen para ampliar.

El siguiente paso del gobierno británico fue negociar la paz con el IRA y con el Dáil. El 11 de junio de 1921 se decretó una tregua para el inicio de conversaciones. Celebradas en Londres, encabezaron la delegación irlandesa Michael Collins y Arthur Griffith. El resultado de las mismas fue la firma del “Tratado entre Gran Bretaña e Irlanda” o “Tratado Anglo-Irlandés”. Como su título indica, reconocía en principio la entidad global de la isla de Irlanda, pero el resultado fue muy distinto.
 
El Tratado configuraba el “Estado Libre Irlandés”, concediendo a esta entidad un status similar al que disfrutaba Canadá, país que, no obstante, ya se encontraba en vías de alcanzar la soberanía plena, por lo que en el caso irlandés imperó la ambigüedad. Se dotaba al Estado Libre de poderes legislativos y ejecutivos. Como contrapartidas, sus representantes legales debían jurar lealtad a la Corona, el Estado quedaba adscrito a la Commonwealth y, en caso de guerra, la marina y la aviación británicas podrían usar ciertos puertos del mismo.

Esta nueva legislación ofrecía a Irlanda del Norte dos alternativas. En primera instancia, el Tratado incluía a los seis condados del Norte dentro del Estado Libre Irlandés. No obstante, en el artículo 12 ofrecía la posibilidad de que el Parlamento norirlandés decidiera su exclusión del nuevo Estado, en cuyo caso los límites de Irlanda del Norte establecidos en la Ley de 1920 serían revisados por una comisión («Boundary Commission»). Collins y Griffith entendían que este artículo ponía a los unionistas del Norte contra las cuerdas obligándoles a aceptar un acuerdo en el conjunto de toda Irlanda o, en caso contrario, forzándoles a reducir drásticamente su territorio. (…) La táctica de Michael Collins consistía en asegurar considerables transferencias al Estado Libre Irlandés, haciendo inviable de esa forma la supervivencia de Irlanda del Norte. Su planteamiento consideraba que la repartición precedería a la ansiada unificación de las dos partes de la isla, pues el Tratado les ofrecía «no la libertad última que todas las naciones desean y hacia la que avanzan, sino la libertad última para alcanzarla.».
 
La correspondencia intercambiada entre el primer ministro inglés, Lloyd George, y el norirlandés, James Craig, antes de la firma del Tratado demuestra que los británicos también favorecían una solución que respetara la unidad de la isla (…) (R. Alonso, 2001: 114-115)
 
El acuerdo fue firmado el 6 de diciembre de 1921 bajo la amenaza británica de desencadenar una guerra total en caso de rechazo. El 7 de enero de 1922, el Dáil Éireann aprobó el Tratado por sólo siete votos de diferencia, en un ambiente de división manifiesta. Esta división en el seno del republicanismo dimanó fundamentalmente de la indignación de muchos republicanos respecto al hecho de que el Tratado obligase a jurar lealtad a Jorge V, algo que traicionaba su propio juramento de lealtad a “la República”. En el Norte, inicialmente, la mayoría del Sinn Féin era favorable al Tratado (no así la mayoría de “los muchachos”, furibundamente anti-Tratado). La disputa allí derivaba de qué actitud tomar respecto al Parlamento de Belfast.
 
El 14 de enero De Valera, contrario al Tratado, dimitía dando paso a un gobierno provisional presidido por Collins. La firma del Tratado desencadenó una gran violencia contra los católicos en el Norte a manos del RIC y de turbas unionistas, de tal magnitud, que Craig debió firmar un pacto con Collins para salvaguardar las vidas y las propiedades de los católicos, fracaso absoluto pues la promulgación de la “Special Powers Act” no hizo sino endurecer la represión contra los católicos y sancionarla legalmente. En las elecciones municipales de 1920, los republicanos habían obtenido la mayoría en los condados de Tyrone, Fermanagh y Derry. Su táctica consistió en adoptar una actitud absentista que sólo reconociese la autoridad del Dáil, para presionar por su inclusión en la “Comisión de Fronteras” y poder ser integrados al Estado Libre. Tales esfuerzos fueron frustrados por la policía y el Parlamento norirlandés, que disolvió las asambleas de condado absentistas imposibilitando cualquier cambio en los términos de la Partición, hasta el día de hoy. Además, fue promulgada una nueva reforma electoral que implantó el sufragio censitario reservado a quienes tuviesen propiedades.
 
En cuanto al IRA, la mayoría de sus voluntarios se opusieron al Tratado. El 21 de abril celebraron una asamblea en la que Collins trató de implicar a todos “los muchachos” en una importante ofensiva contra el Estado norteño, tratando así de mantener unido a un movimiento que ya se estaba desgarrando. Por el momento se evitó la ruptura definitiva, consiguiéndose el apoyo de De Valera (líder de los “sinnfeiners” anti-Tratado) y de Rory O’Connor, líder del IRA. La campaña militar comenzó a principios de mayo, con ataques generalizados a los efectivos del RIC, en un clima de gran violencia. Pero el unionismo era demasiado fuerte: para el día 23 ya había doscientos detenidos, cifra que se elevaba a la de setecientos un año más tarde. Los dirigentes del IRA esquivaron bastante bien la represión, pero el Sinn Féin norteño quedó desmantelado.
 
Esta colaboración con los contrarios al Tratado continuó con el pacto electoral Collins-De Valera de cara a los comicios para el primer Dáil del Estado Libre. Sería la última. Celebradas las elecciones el 16 de junio, sus resultados configuraron un Dáil compuesto en su mayoría de parlamentarios favorables al Tratado.
 
Sólo seis días más tarde, dos voluntarios del IRA terminaron con la vida de Sir Henry Wilson, asesor militar del gobierno del Norte, por su responsabilidad en la violencia sectaria contra los católicos. Este atentado originó una gran confusión, pues fueron muchos los que atribuyeron a Collins el haber ordenado la operación. Los británicos culpabilizaron rápidamente a los dirigentes del IRA contrarios al Tratado, quienes habían ocupado el edificio de Four Courts en Dublín para hacer valer su actitud, y lanzaron un ultimátum a Collins para que acabase con ellos. Manifiestamente incómodo por recibir órdenes de extranjeros, el propio IRA puso a Collins la oportunidad en bandeja al secuestrar a J.J. O’Conell, vice-mayor del Ejército del Estado Libre, en formación por aquellas fechas. Ante la negativa de los voluntarios a abandonar Four Courts, el 28 de junio se abrió fuego contra el edificio con artillería británica, iniciándose la Guerra Civil irlandesa.
 
Los “irregulares” del IRA, como fueron despectivamente denominados, desencadenaron una nueva guerra de guerrillas, en este caso contra las fuerzas del Estado Libre. El conflicto se circunscribió exclusivamente al Sur de la isla. En agosto, se cobraron la vida de Michael Collins en una emboscada en el condado de Cork. Para principios de 1923, su derrota estaba cantada. De Valera, líder de su propio gobierno anti-Tratado, pidió al IRA que rindiese sus armas. El líder de los voluntarios, Lyam Lynch, fiel a la autonomía de la guerrilla de la que siempre había hecho gala el propio Collins, decidió no aceptar este “consejo”. No obstante, su asesinato en abril posibilitó el ascenso a la dirección del IRA de Frank Aiken, hombre más moderado y cercano a De Valera, que aceptó deponer las armas en mayo, en espera de una ocasión más propicia para continuar la lucha.
 
Pese a la derrota militar de los contrarios al Tratado, no todo estaba perdido. En junio de 1923, De Valera reorganizó el Sinn Féin, organización desaparecida de la escena prácticamente desde la firma del Tratado. No reconocieron el parlamento del Estado Libre, sólo el Dáil de 1918, entendiendo que era la última ocasión en que el pueblo irlandés votó como una unidad. En verano, la organización concurrió a las elecciones generales alcanzando unos resultados sorprendentes: el 27% de los votos, resultando elegidos 44 de sus 85 candidatos. Esto les situó en la posibilidad de formar gobierno, opción que, dada su actitud absentista hacia las instituciones, desecharon de pleno.
 
Hasta 1926, De Valera trató de poner fin al absentismo en el Sinn Féin. En ese año, un nuevo fracaso en este sentido en el Ard Fheis (Congreso) anual, le decidió a abandonar la organización llevándose con él a un buen puñado de jóvenes activistas con los que fundó Fianna Fáil (FF), “Soldados del Destino” (antiguo eslogan de los Voluntarios). Este partido, que se convertirá con los años en uno de los más importantes en el Sur de la isla, arrancará la mayoría de sus votantes al SF. Con la marcha de De Valera se iniciaba para el Sinn Féin y para el IRA una larga travesía por el desierto, con distintos altibajos, hasta que el estallido de los Troubles  (1) permita su espectacular resurgimiento en el Norte en los años setenta.
 
BIBLIOGRAFÍA

AIERBE, Peio (1989): Lucha armada en Europa. Gakoa liburuak, Donosti.

ALONSO, Rogelio (2001): Irlanda del Norte. Una historia del conflicto y la búsqueda de la paz. Editorial Complutense, Madrid.

FEENEY, Brian (2005): Sinn Féin: un siglo de historia irlandesa. Edhasa, Barcelona.

SIERRA, Luis Antonio (1999): Irlanda del Norte: historia del conflicto. Sílex, Madrid.
 
CRONOLOGÍA SUMARIA

 
1169: Primeros asentamientos de ingleses y galeses en Irlanda.

1585: La corona inglesa controla las provincias irlandesas de Leinster, Munster y Connacht, pero no la del Ulster.

1603: La derrota del último jefe gaélico que había resistido a la corona en el Ulster da paso a la colonización de la provincia.

1690: El rey protestante Guillermo de Orange derrota al monarca católico Jacobo II en la Batalla del Boyne, victoria celebrada anualmente por los unionistas hasta nuestros días.

1795: En un marco de intensa violencia sectaria nace la Orden de Orange.

1798: Fracasada sublevación de nacionalistas irlandeses frente al poder inglés en la isla.

1800: Acta de Unión: Irlanda pasa a formar parte del Reino Unido.

1886, 1893, 1912: Intentos fracasados de introducir la autonomía legislativa para Irlanda por parte del Gobierno británico.

1916: Insurrección republicana contra los ingleses en Dublín, violentamente reprimida.

1920: Ley para el Gobierno de Irlanda, que crea dos parlamentos en la isla, uno en el Sur y otro en el Norte, para los seis condados, los cuales pasan a constituir la entidad conocida como Irlanda del Norte.

1921: Fin de la Guerra de Independencia irlandesa con la firma del Tratado Anglo-Irlandés, que crea el Estado Libre irlandés, del que quedan fuera los seis condados que conforman Irlanda del Norte.

1921: Creación del parlamento autónomo de Stormont (Belfast), controlado exclusivamente por unionistas protestantes; será responsable de prácticas antidemocráticas contra la población nacionalista.

1923: Fin de la Guerra Civil irlandesa con la victoria de los partidarios del Tratado; aceptación, por tanto, de la partición de Irlanda.



(1) “The Troubles”, los problemas, es un término eufemístico que se usa para denominar a la etapa de violencia que estalló en 1968-1969 en Irlanda del Norte y que abarcaría hasta finales de la década de los 90, con el Acuerdo de Viernes Santo (GFA).

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