lunes, 29 de abril de 2013

Prisioneros de Bailén: Historia de los soldados olvidados de Napoleón


Sepultura de los franceses muertos en Cabrera. Fuente: Biblioteca Nacional.
"La Ilustración", 7 de junio de 1891, Barcelona.


Como habíamos visto, la batalla de Bailén se saldó con una rotunda victoria de las tropas españolas. Las capitulaciones de Andújar, firmadas por Dupont el 22 de julio de 1808, establecían el regreso de las tropas francesas a su patria por vía marítima, para lo cual habrían de ser trasladadas desarmadas hasta Cádiz. En el trayecto, no pocos de estos 14.000 prisioneros sufrieron los insultos y agresiones de los pueblos por los que pasaban. La noticia del saqueo que habían perpetrado en Córdoba había llegado a todos los andaluces.
 
Sin embargo, el 10 de agosto se comprobó que no había barcos suficientes para transportar a todos los prisioneros. En septiembre, con el apoyo de buques británicos, se pudo enviar de vuelta a Francia a los jefes y oficiales, muchos de los cuales sufrieron las iras de Napoleón. Es el caso de Dupont, el cual fue degradado y confinado en prisión por su vergonzosa rendición. Sin embargo, el resto de la tropa cautiva permaneció confinada en prisiones flotantes -pontones- en Sanlúcar de Barrameda, donde la mala alimentación e higiene comenzaron a causar numerosas muertes entre aquellos hombres.
 
Pasaban los meses, mas nada cambiaba. Al parecer, los ingleses habían ejercido presiones para que los prisioneros no regresasen a Francia, por temor a que una vez allí volviesen a cruzar los Pirineos. A ello se sumó la indiferencia de Napoleón, demasiado herido en su ego como para rescatar a aquellos hombres a los que consideraba unos cobardes. De este modo, no llegó a producirse un intercambio de prisioneros. El Gobernador de Cádiz, ante una situación que no iba a resolverse, decidió deshacerse de los prisioneros. Unos cuatro mil fueron enviados a las islas Canarias, donde se integraron entre la población. Los diez mil restantes fueron enviados, con el mismo objetivo, a las islas Baleares, pero las autoridades y la población se negaron a aceptarlos. De este modo, la Junta Central decidió llevarlos a la deshabitada isla de Cabrera, al sur de Mallorca, donde fueron abandonados el día 5 de mayo de 1809. Además, tal y como indica Isabelle Bes Hoghton, de este modo se protegía a la población mallorquina de la "perniciosa influencia" de las ideas revolucionarias de los cautivos. (1) Los hechos ocurridos durante aquellos cinco largos años aparecen narrados en la obra  Los franceses de Cabrera (1809-1814) de Pierre Pellisier y Jéróme Phelipeau.

La única construcción que había en toda la isla era un viejo fuerte derruido. A penas sin recursos, sin agua -aunque encontraron un pequeño manantial-, los cautivos dependían de un barco que, cada cuatro días, llegaba cargado de víveres que resultaban insuficientes para diez mil personas.

Para evitar la anarquía, se establecieron jerarquías en función del rango militar, creando un consejo encargado de regular acciones como el reparto de los víveres, impartir justicia e imponer normas. Parece ser que la llegada desde España del cura Damián Estelrich -en julio de 1809- aportó también cierta serenidad en medio de aquella desesperante situación. Incluso llegaron a construir unas cabañas precarias -en lo que se conoció como Napoleonville- estableciendo calles con nombre parisinos, así como una plaza que se configuró como el centro de reuniones e intercambios, llamada Palais Royal. Pero el orden pronto se vino abajo con la monotonía y las penurias. Hubo varios intentos de fuga, uno de los cuales provocó, como castigo, el retraso en el envío del barco de suministros. En julio de 1810, los oficiales que quedaban entre los cautivos fueron enviados a Inglaterra. Curiosamente, hace poco se confirmó que entre los prisioneros había también algunas mujeres (quizás veinte o treinta), las cuales eran objeto de negocios y peleas entre los oficiales y prisioneros, por lo que el cura decidió solicitar que aquellas que no estuviesen casadas fuesen enviadas a Inglaterra junto a los oficiales.

La situación se agravó en 1812. Fue entonces cuando llegaron desde Alicante 1.200 nuevos prisioneros. A todo ello se sumó la autoridad de un gobernador que les sometió a trabajos forzados, al tiempo que eliminaba el consejo que habían organizado los franceses acusándolo de estar detrás de los intentos de fuga. La dramática situación llevó a los prisioneros a caer en el canibalismo con sus compañeros fallecidos. En estas circunstancias son muchos los que pierden la cordura, caso de los llamados tártaros, quienes se aislaron del resto de los prisioneros en una cueva. El otro grupo, el mayoritario, era conocido como  los robinsones.

Cueva de los Tártaros

El 16 de mayo de 1814, al firmarse la paz, los 3.700 supervivientes asistieron a la llegada de un barco francés que habría de llevarles hasta el puerto de Marsella. Regresaban a casa tras cinco años de cautiverio, donde fueron recibidos con ciertas reservas: el monarca Luis XVIII temía que fuesen leales a Napoleón, el hombre que los había abandonado a su suerte. Algunos dicen que este oscuro episodio habría constituido el primer campo de concentración de la Historia.
 
 
(1)  BES HOGHTON, I. p.26.

 
FUENTES


BES HOGHTON, I.: "Cabrera: De l'Île paradis à l'Île enfer" en Anales de Filología Francesa, nº16, 2008.
 
1808-1814 Escenarios

Ideal, Granada Noticias

Historia de Iberia Vieja

Historia Siglo XIX

Mallorca Diario


jueves, 25 de abril de 2013

Una moneda, una historia: El austral argentino




 
Resulta curiosa la historia del austral, la moneda de curso legal en Argentina entre 1985 y 1992 (menos de seis años). Raúl Alfonsín, presidente de la Nación Argentina, firmó el decreto 1096 el día 15 de junio de 1985, mediante el cual se establecía el austral como nueva moneda. Un día antes, el ministro de Economía, Juan Vital Sourrouille, anunciaba el lanzamiento del Plan Austral, una serie de medidas orientadas a la estabilización de la moneda y a la lucha contra la inflación. Además de la creación del austral, el plan contemplaba el control de los precios y la congelación de salarios.
 
 
Juan Vital anuncia el Plan Austral. 14 de junio de 1985. La Nación.
 
 
Un austral equivalía a mil pesos argentinos y su símbolo era una A con la línea horizontal doble. Sin embargo, su devaluación fue continua. La hiperinflación -que llegó al 5.000% en 1989- reveló pronto como inservibles los billetes de 1, 5, 10, 50 y 100 australes, llegando a emitirse un billete de 500.000 australes. La situación económica argentina era profundamente delicada, a la hiperinflación se sumaba el aumento de la deuda externa, y todo ello repercutía en las clases bajas y medias. Finalmente, Alfonsín no pudo acabar su mandato y en julio de 1989 asumía la presidencia Carlos Menem. En el marco de la política neoliberal de su ministro de economía, Domingo Cavallo, se impulsó la Ley de Convertibilidad de 1991, que establecía el peso convertible como nueva moneda, con la equivalencia de 10.000 australes por peso. El 1 de enero de 1992, el peso entraba en circulación.
 
 
 
 
 
FUENTES
 
 
 
 



miércoles, 24 de abril de 2013

Guerra de Ifni-Sáhara: la acción disuasoria de Agadir


Crucero Canarias. José María González, Almería, 1969. Ver fuentes.
 
Antes de leer esta entrada, puede resultar de interés:

África Occidental Española (1946-1958)
 

El 23 de noviembre de 1957, bandas armadas del Ejército de Liberación Nacional lanzaron una gran ofensiva sobre Ifni -enclave costero español-, ocupando todo el territorio salvo su capital, Sidi Ifni. El Ejército de Liberación no formaba parte del ejército regular de Marruecos. Era el brazo armado del Istiqlal, partido independentista marroquí, el cual no se había disuelto a pesar de que Marruecos ya era un Estado independiente desde 1956. Los 50.000 hombres armados del Ejército de Liberación que permanecían en el sur de Marruecos podían ser un problema para el monarca Mohammed V. Sin embargo, éste decidió hacer suyas las tesis expansionistas del Istiqlal, basadas en la creación del Gran Marruecos a costa de Ifni, Sáhara, Ceuta, Melilla, Mauritania y el occidente de Argelia.

El apoyo de Mohammed V y sobre todo, de su hijo, el futuro Hasán II, no fue abierto, por temor a ganarse las iras de las potencias coloniales de España y Francia. Más al contrario, desde las sombras, proveyeron armamento de origen francés, estadounidense y español al Ejército de Liberación. Debemos señalar que, desde comienzos de 1957, las bandas armadas del Ejército de Liberación habían emprendido ataques aislados contra tropas españolas tanto en Ifni como en Sáhara. Solo eran tanteos. En la ofensiva del 23 de noviembre, las limitadas guarniciones españolas poco pudieron hacer, cayendo la mayoría de los puestos fronterizos salvo los principales, que quedaron cercados. A ojos de Mohammed V, la facilidad con que se ocupó el territorio de Ifni -salvo su capital- demostraba la debilidad española. Había sido tan sencillo que el monarca alauí comenzó a plantearse un apoyo más directo al Ejército de Liberación.

Entre finales de noviembre y comienzos de diciembre, los españoles -contando con nuevos refuerzos- ejecutaron varias operaciones dirigidas a la liberación de las tropas cercadas, para proceder seguidamente a un repliegue sobre la capital, Sidi Ifni, cuyo perímetro se vio reforzado. Al tiempo que se ejecutaba la «Operación Gento», se detectaron movimientos de tropas de las Fuerzas Reales de Marruecos en la frontera. Los informes de inteligencia señalaban la posibilidad de un nuevo ataque del Ejército de Liberación reforzado con tropas de las Fuerzas Reales, a partir del 11 de diciembre.

La actitud del envalentonado monarca marroquí tenía cierta justificación: la inoperancia mostrada por el Gobierno español a lo largo de todo el año 1957 -en parte limitado por un contexto internacional fuertemente anticolonialista- parecía significar que cualquier tipo de acción no tendría respuesta por la parte española. Y posiblemente fuese así. A la altura de 1957/1958, España seguía siendo un país pobre y carente de todo tipo de medios. Su ejército, denominado por Gabriel Cardona como gigante descalzo, operaba con un armamento obsoleto, proveniente de la Guerra Civil y, en el mejor de los casos, de la Segunda Guerra Mundial. Pero el Gobierno de Madrid, consciente de que era necesario calmar los ánimos marroquíes, decidió ordenar una acción disuasoria.

De este modo, el 7 de diciembre comenzó una demostración naval en el puerto marroquí de Agadir. Los cruceros Méndez Núñez y Canarias, junto a los destructores José Luis Díez, Gravina, Almirante Miranda y Escaño, apuntaron su artillería contra la ciudad, en la cual hubo gran alarma. En determinados edificios se izaron banderas de diversos países para no ser agredidos en caso de que se abriese fuego. Las Fuerzas Reales de Marruecos se desplegaron en el puerto, temerosas de una acción de desembarco, mientras en Rabat ordenaban el envío de refuerzos.
 
La demostración de fuerza cumplió su objetivo ya que demostraba que las autoridades españolas habían abandonado su letargo. A partir de entonces, Mohamed V olvidó la idea de una invasión formal, adoptando una nueva vía negociadora y regresando a sus anteriores postulados de apoyo en la sombra al Ejército de Liberación. Resulta interesante la descripción de Ricardo Álvarez-Maldonado:

"Puede calificarse de acción de presión resolutiva en un ambiente de crisis al borde de la escalada, que conducía a un enfrentamiento directo con Marruecos. Nadie podía sospechar que unos barcos viejos próximos al desguace pudieran, con su presencia y amenaza de empleo de la fuerza, prestar tan gran servicio."(1)
 
En el mensaje de fin de año, Franco disculpó al Gobierno de Rabat de los acontecimientos de Ifni y Sáhara, acusando al comunismo internacional de financiar y organizar al Ejército de Liberación.


(1) ÁLVAREZ MALDONADO.R., p.30.

 
FUENTES


ÁLVAREZ-MALDONADO, R.: "50 Aniversario del conflicto de Ifni-Sáhara", Revista General de Marina, enero-febrero 2008, pp.7-30.

DIEGO, J.R.: "Ifni. La última guerra colonial española. Historia del desconocido conflicto de 1957-58 en el África Occidental", Historia 16, vol.167, 1990, pp.12-37.

FERNÁNDEZ-ACEYTUNO, M.: Ifni y Sáhara, una encrucijada en la Historia de España. Palencia. Simancas Ediciones, 2001.



PROCEDENCIA DE LA IMAGEN

Los Barcos de Guerra de Eugenio




domingo, 21 de abril de 2013

La Primera Guerra Mundial y su influencia sobre el mundo de J.R.R. Tolkien

En nuestro compañero Vicente Iglesias confluyen su formación en la disciplina y la devoción por la literatura fantástica. El resultado es el siguiente: un texto que busca explorar las raíces del mundo tolkeniano. Nuestro colaborador analiza la influencia de la Gran Guerra en la figura de un soldado que buscó en su imaginación una vía de escape a la cruda realidad que le tocó vivir.
 

Vicente Iglesias Peña
Licenciado en historia


Tolkien, durante la Primera Guerra Mundial, 1916.

1916. Allí donde se extendía una hermosa campiña francesa ya no quedaba nada. Aquel bucólico paisaje había desaparecido por completo, dando paso a un escenario digno de la más cruel pesadilla. La naturaleza del medio fue arrancada, la vegetación se trocó por cadáveres y metralla, las colinas y praderas se desfiguraron en cráteres y barro, el verde predominante se tornó negro de hollín y rojo de sangre. En la atmósfera abundaba una inmunda neblina compuesta del olor a la putrefacción, chamusquina y gases letales. La muerte sobrevolaba aquel paraje. Nadie pudo imaginar la destrucción que el hombre fue capaz de engendrar. Miles de soldados se hacinaban en las trincheras esperando su suerte, invitados a ser pasto de las enfermedades o de la artillería enemiga.
 
Durante la Primera Guerra Mundial murieron más de 1 de cada 8 combatientes, con un promedio de 6.046 hombres muertos cada día durante los cuatro años de conflicto. En semejante situación, es difícil situarse en la piel de alguien que padeciese tal realidad, o de imaginar qué se le puede pasar por la cabeza. En tales condiciones, ¿existe lugar para los sueños, el arte o la esperanza? Fue con un lápiz y una libreta, en medio de una trinchera, donde nació la Tierra Media, a manos de un teniente en la batalla del Somme. Es en ese momento cuando J.R.R. Tolkien comienza a escribir sobre hobbits y orcos, anillos y espadas, castillos y minas.

Eran tiempos de guerra, sin embargo Tolkien decidió terminar sus estudios en Oxford antes de enrolarse en el ejército. Se licenció con honores de primera clase en lenguas y literatura anglosajona en 1915, y en ese mismo año se alistó para formar parte del regimiento de fusileros de Lancashire. Su erudito dominio de las lenguas antiguas le permitió capacitarse para servir como oficial de comunicaciones en su batallón. En el verano de 1916, Tolkien se encontraba en el 11º Batallón de fusileros de Lancashire, destinado al frente occidental, participando en la ofensiva aliada en el Somme. Allí es donde observará con sus propios ojos el horror de la contienda, con su cuaderno de notas a mano, sufriendo en carne propia la guerra de desgaste. En medio de un mar de bajas, Tolkien tuvo la suerte de salir ileso frente al fuego enemigo, pero no sus mejores amigos, con los que mantenía un vínculo especial formando una erudita asociación para tomar el té. La soledad se cernía sobre Tolkien, heredando de sus colegas la carga de sus sueños literarios.
 
A pesar de que la obra no pretende ser ningún tipo de alegoría, resulta difícil obviar el contexto de su origen. La devastación que vieron sus ojos fue sin duda un acicate que le empujaría a crear un rico mundo de fantasía donde evadir a la realidad, y la nostalgia que debió sentir ante la pérdida de sus más íntimos amigos, reforzó sus deseos internos de concebir una mitología de la que carecían los británicos.

Resulta singular el modo en que debió percibir los efectos de la Gran Guerra, viéndose frente a un enemigo implacable en forma de ametralladoras, minas, morteros, bombardeos y gases. Contemplando la muerte de muchos camaradas que daban su vida por una causa que obedecía al juego de poder de las potencias europeas. Un poder que Tolkien representa en su obra de un modo tan sencillo como un anillo, sin embargo siniestro y adictivo. En una guerra cuyo antagonismo viene interpretado por espectros, orcos y todo tipo de bestias sin el menor atisbo de bondad. Con unos personajes que se ven superados por los acontecimientos, y un protagonista que nunca volverá a ser el mismo, que no pudo regresar a su hogar para quedarse, dejando atrás sus sombrías vivencias.

Finalmente Tolkien fue apartado del frente debido a la enfermedad, aquejado de la entonces llamada "fiebre de las trincheras". Ya no regresaría más a la batalla. En 1918 termina la guerra y Tolkien renuncia a pensiones o medallas, pues considera que ha cumplido con su deber. Durante su larga convalecencia, inicia los relatos de la Tierra Media pero no llegan las publicaciones. Tolkien no se limita a escribir una novela, está gestando un rico universo lleno de culturas, lenguas y razas. El Hobbit fue publicado en 1937 pese a tratarse de un mero cuento para sus hijos. Más tarde llegaría El Señor de los Anillos, publicado en 1954, gracias al éxito de la novela anterior. Sin embargo, sacaba a relucir un mundo mucho más profundo y vasto.

Así fue cómo un hombre ducho en lingüística creó un mundo colmado de belleza con una historia idealizada, pero a su vez amenazado por un invasor desprovisto de humanidad o misericordia. Una visión romántica de cómo había llegado una nueva era, que desafiaba con destruir el mundo y dejar en el olvido un pasado mejor, más heroico.



FUENTES
 
BLACK, Jeremy: Las setenta grandes batallas de todos los tiempos. Blume, 2009.
FOLLETT, Ken: La caída de los gigantes. Plaza & Janés, 2012.

El fenómeno

La Gran Guerra, 1914-1918

Documental "J.R.R. Tolkien. El legado de la Tierra Media"
 

viernes, 19 de abril de 2013

Portal de Archivos Españoles: "Un viaje a la Guerra de la Independencia (1808-1814)"



Portada de la sección dedicada a la Guerra de la Independencia en PARES.
Todos los derechos pertenecen al Ministerio de Cultura.
 
 
 
 
En la web PARES (Portal de Archivos Españoles) recibimos una invitación para recorrer la Guerra de la Independencia a través de varios espacios que, con un sentido didáctico, pretenden exponer el conflicto a través de documentos del Archivo Histórico Nacional. Así, pulsando en la pestaña "un viaje a la guerra", tendremos acceso a varios apartados dedicados a facetas del conflicto tales como el levantamiento popular, el desarrollo bélico, los afrancesados,... amén de los apartados especiales dedicados a la estrategia militar -de gran utilidad para conocer las tácticas y armamentos de las guerras napoleónicas- y a la guerra ideológica. Como decimos, el uso de documentos digitalizados para ilustrar estos apartados constituye un valor añadido.

Otra pestaña se dedica al Archivo Histórico Nacional, donde se narra su historia y, además, se plasman los fondos de la Guerra de la Independencia, agrupados en: Administración de Fernando VII; y Administración de José I. Además, se indica la importante labor de digitalización de los documentos de estos fondos de 1808-1814. De ahí que también se incluya un buscador de documentos para aquellos que estén interesados en estudiar el periodo. Por último, la sección el aprendiz del historiador se encarga de presentar el conflicto de un modo sencillo y didáctico para aquellos que quieran acceder a una sencilla explicación de lo que fue la Guerra de la Independencia. Gran labor la realizada por PARES.

 

viernes, 12 de abril de 2013

"Guía temática sobre la Guerra de la Independencia" de la Biblioteca Nacional de España

 
Portada de la Guía temática de la Biblioteca Nacional de España. Todos los
derechos pertenecen a la BNE y al Ministerio de Cultura.
 
 
 
Entre las iniciativas públicas para la conmemoración de la Guerra de la Independencia, tiene particular interés una guía temática elaborada por la Biblioteca Nacional. Dicha guía pretende presentar de un modo accesible aquellos fondos relacionados con la Guerra de la Independencia con los que cuenta esta institución. De este modo, la Biblioteca Nacional se propone como pieza clave para el estudio del periodo 1808-1814, al contar con fondos valiosísimos, entre los cuales destaca la colección Gómez Imaz, compuesta por más de 3.000 libros, manuscritos, revistas y periódicos dedicados a la Guerra de la Independencia.
 
Los fondos que la Biblioteca Nacional dedica a la Guerra de la Independencia aparecen catalogados en función de la naturaleza de sus piezas: libros; manuscritos; revistas y periódicos; cartografía; dibujos y grabados; y repertorios bibliográficos. En definitiva, un recurso fundamental para los investigadores.
 
Además, esta guía temática incluye otros apartados, como archivos, bibliotecas y museos, tanto nacionales como extranjeros; una cuidada selección de bibliografía sobre la Guerra de la Independencia; y su presencia en el cine, la literatura e Internet. Por tanto, nos encontramos ante una guía austera en sus formas pero con gran cantidad de información para aproximarse al periodo 1808-1814. Muy recomendable.
 
 
 
 

miércoles, 10 de abril de 2013

Otto Skorzeny, el hombre más peligroso de Europa



Skorzeny posa junto a Mussolini tras su liberación, 1943. Fuente: Bundesarchiv

 
Otto Skorzeny retrató su vida hasta 1948 -año en el que abandona su celda de Núremberg- en sus memorias Vive peligrosamente y Luchamos y perdimos. Nacido en Viena, en 1908, en el seno de una familia burguesa. En su juventud decidió seguir los pasos de su padre, ingresando en la Universidad de Viena para estudiar ingeniería. Allí comenzó a participar en duelos de espadas, actividad que le valió las cicatrices de su mejilla izquierda, ganándose el apodo por la prensa, años más tarde, como Scarface.
 
 Ideológicamente, habiendo crecido en un ambiente muy nacionalista, comulgó pronto con el nazismo y la tesis de unificación entre Alemania y Austria. De hecho, ya en 1932, Skorzeny acudió a un acto del partido nazi en Viena, afiliándose tanto al partido como a las SS. En Vive peligrosamente se atribuye un papel importante en la caída del gobierno durante el Anschluss de 1938, al encargársele la vigilancia del depuesto presidente Miklas.

En 1939, Skorzeny trabajaba como ingeniero. Tras el estallido de la guerra, se enroló en las Waffen SS, participando en las campañas de Francia, Yugoslavia y Rusia, tal y como narra en sus memorias, plagadas de hechos pintorescos como su ejecución de un tigre en Burdeos. Para muchos estudiosos, estas memorias presentan inexactitudes y exageraciones que buscarían elevar su figura y la del nacionalsocialismo, considerando incluso que se trata de una invención en toda regla.
 
En 1943, el coronel Skorzeny recibe el mando de una unidad especial de las SS encargada de desarrollar acciones tras las líneas enemigas. Fue al frente de dicho comando cuando le llegó una misión directa de Hitler que acabó haciéndole famoso: el rescate de Benito Mussolini, confinado en un hotel en los Apeninos. El 12 de septiembre de 1943, tras una exhaustiva planificación, varios planeadores alemanes aterrizaron en el Gran Sasso, valle en el que estaba situado el hotel de montaña donde se encontraba retenido el Duce. Los soldados italianos, sorprendidos por la situación, no opusieron resistencia. El comando alemán, con Skorzeny a la cabeza, consiguió entrar en el hotel sin abrir fuego:

"Los carabinieri se apretujaron en la puerta. A culatazos, que no tenían nada de suaves, conseguí abrirme paso entre ellos".

Seguidamente, Skorzeny se dirigió al piso superior, donde encontró a Mussolini en una habitación, con dos oficiales italianos "a los que me apresuré a aplastar contra la puerta". Los soldados italianos, encontrándose en una situación inesperada, no supieron reaccionar ante los alemanes. Su coronel decidió rendirse entregando a Skorzeny una botella de vino tinto mientras decía "al vencedor". Finalmente, Skorzeny consiguió huir junto con Mussolini en un Fi 156 Storch. Parece ser que fue polémica la cuestión en torno a la marcha de Skorzeny en aquel avión. Muchos de sus hombres, no pertenecientes a las SS, interpretaron esta acción como un intento de éstas -y de Skorzeny en particular, el cual ansiaba la Cruz de Hierro- por apuntarse el éxito de la misión. Y así se encargó de presentarlo ante Alemania y el mundo entero la propaganda del III Reich.

Otra de sus principales misiones fue la Operación Greif, al comienzo de la ofensiva de las Ardenas, en diciembre de 1944. Disfrazados de soldados americanos, sus hombres cruzaron las líneas enemigas para sembrar la confusión entre las tropas estadounidenses. Aunque tuvieron cierto éxito, muchos fueron capturados y ejecutados acusados de espionaje.

En mayo de 1945, Skorzeny se entregó a los americanos. En los juicios de Núremberg fue declarado inocente del cargo de haber ordenado a su hombres el uso de uniformes americanos. No obstante, fue internado en un campo de desnazificación hasta que logró evadirse en 1948. Fue entonces cuando se estableció en España, amparado por el régimen franquista, donde retomó su profesión de ingeniero estableciendo una oficina y participando en la industria del acero representando a compañías alemanas y austriacas.

En España estableció negocios y buenas relaciones con gente bien posicionada: personas del Régimen, militares, diplomáticos, ... Su prestigio le precedía y le abrió puertas. Estuvo muy implicado en la organización secreta Odessa, desde la cual ayudó a muchos camaradas nazis a huir a España y Sudamérica. También participó en tráfico de armas a medio mundo. Firme en sus posicionamientos ideológicos, trató de que el clima de Guerra Fría convergiese con su anticomunismo, proponiendo a las autoridades españolas la creación de una unidad alemana de cara a la Tercera Guerra Mundial:

"En lo político destaca el plan de Skorzeny, expuesto a Franco, Muñoz Grandes, al jefe del Estado Mayor Juan Vigón, al canciller Konrad Adenauer y a los ex generales de la Wehrmacht Hans Speidel, Heinz Guderian y Hans von Manteuffel, entre otros, de organizar en España un ejército alemán capaz de contraatacar en la esperada tercera guerra mundial. Mencionado en la ficha que de Skorzeny hay en el archivo de los servicios secretos alemanes (BND) como "Legión Carlos V", este plan ya era conocido por los historiadores." (1)

Astuto, polémico, temerario, fanático... la figura de Skorzeny sigue resultando polémica y causando la división de opiniones. Para algunos, fue un héroe. Para otros, un hombre idealizado a raíz de una acción fortuita de la que supo sacar tajada. En el mundo castrense, muchos rechazan su trayectoria, más propia de un matón sin escrúpulos que de un verdadero oficial. Skorzeny murió en 1975, pero las sombras sobre su figura no se han desvanecido.
 


(1) La Vanguardia, 08/11/2012, "Un nazi en la España de Franco". Rafael Poch.

FUENTES


SKORZENY, O.: Vive peligrosamente. Memorias de guerra. Altaya, 2007.

SKORZENY, O.: Luchamos y perdimos. Memorias de guerra. Altaya, 2008.

La Vanguardia, 08/11/2012, "Un nazi en la España de Franco". Rafael Poch.

Documental: Los héroes de Hitler: Otto Skorzeny.


PROCEDENCIA DE LA IMAGEN

Bundesarchiv, Bild 101I-567-1503C-15 / Toni Schneiders / CC-BY-SA

sábado, 6 de abril de 2013

La batalla de Bailén (1808): Cuando Castaños y Reding pararon los pies a Dupont


La rendición de Bailén. José Casado del Alisal.

Tras los sucesos del 2 de mayo se formaron numerosas juntas provinciales que, ante la invasión legal de las tropas napoleónicas, decidieron organizar la defensa del territorio patrio. Una de estas juntas fue la de Sevilla, la cual nombró a Francisco Javier Castaños general en jefe del Ejército de Andalucía. Sus tropas habrían de detener el avance del Cuerpo de Ejército del general Dupont -uno de los cinco que ocupaban la península- cuyo objetivo consistía en ocupar Cádiz para controlar su importante puerto. Dupont, en su avance, venció a las tropas españolas en el puente de Alcolea el 7 de junio y, acto seguido, tomó y saqueó Córdoba, para abandonarla el día 16 con el objetivo de fijar su cuartel general en Andújar, consciente, gracias a sus agentes, de que la Junta había organizado un gran ejército. Por temor a quedar cercado y sin comunicación con Madrid, aquel mismo día, envió a Vedel al mando de 6.000 hombres y 600 dragones a Bailén, donde éste fijó su cuartel. Otros 3.000 hombres custodiaban La Carolina. Junto a Dupont permanecían en Andújar 10.000 hombres. En definitiva, su tropa estaba demasiado dispersa y Dupont, imposibilitado para seguir hacia su objetivo, adoptó una actitud defensiva en torno a la orilla derecha del río Guadalquivir.

Por la parte española, había sido encomiable la organización del Ejército de Andalucía, formado por unos 35.000 hombres (25.000 de ellos bajo el mando de Castaños, mientras que un segundo ejército de 10.000 combatientes, organizado en Granada, estaba mandado por Teodoro Reding). Ambos ejércitos se encontraron en Porcuna a finales de junio.

Castaños dividió su ejército en cuatro divisiones, dos de las cuales (mandadas, cada una de ellas, por Reding y Coupigny) tenían por objetivo vadear el río Guadalquivir, al tiempo que las otras dos distraían a las tropas francesas en su frente. De este modo, el día 15 de julio, Castaños inició movimientos frente a Dupont, lo cual provocó que Vedel abandonase Bailén para acudir a Andújar. Un día más tarde, Reding cruzaba el río en el área de Mengíbar, consiguiendo que Dufour -el cual había ocupado el puesto de Vedel en Bailén- se retirase hacia el norte, a La Carolina. Reding se replegó a pesar de su éxito, mientras que Dupont envió nuevamente a Vedel y Dufour junto a diez mil hombres para evitar que los españoles cortasen el paso cerca de La Carolina, creyendo que era éste el objetivo de los españoles.

El 18 de julio, Dupont se veía obligado a abandonar Andújar, encontrándose en la madrugada del 19, para su sorpresa, con las divisiones de Reding y Coupigny en los alrededores de Bailén, las cuales habían cruzado el río por segunda vez. Formaban tres líneas de combate, cuya retaguardia estaba custodiada por siete batallones.

Comenzaba la batalla, y todos los estudiosos coinciden en lo erróneo del despliegue francés. En aquellos instantes, Vedel se había dirigido hacia Sierra Morena, alejándose de la batalla. Fue la misma razón la que llevó a Dupont a concebir mal el despliegue de sus hombres, por temor a que los españoles bloqueasen Despeñaperros. Dupont creía que los españoles se encontraban en los Visos de Andújar, por lo que había dejado en su retaguardia, para cubrir la retirada y dar la impresión de que permanecía en Andújar, a sus tropas veteranas. Entre ellas y su vanguardia, formada en buena parte por tropas bisoñas, iba un convoy de heridos de varios kilómetros. Si tenemos en cuenta que Castaños seguía creyendo que los franceses permanecían en Andújar, y que para Reding y Coupigny también fue una sorpresa encontrarse con los franceses en Bailén, se concluye que se trató de una batalla de encuentro, afectada por la casualidad. Una batalla que se libró en un día muy caluroso, en el que se llegó a rozar los 40º C, y en el cual los suministros de agua por parte de la población fueron fundamentales para la victoria española (tanto para hombres, como para enfriar las piezas de artillería).


Batalla de Bailén. Elaboración propia. Pulsar para ampliar.


La ventajosa posición española fue fundamental. Dupont necesitaba romper la formación española, pues tenía a sus espaldas al resto del ejército de Castaños. El tiempo apremiaba para los franceses, razón por la que tomaron la iniciativa. Tras atacar fallidamente con cuatro batallones, los franceses lanzaron una carga de caballería que no supo aprovechar su éxito y acabó replegándose. Un tercer ataque francés fue frustrado por la bien emplazada artillería española, que causó verdaderos estragos en las columnas enemigas. Una nueva carga de la caballería francesa, en respuesta al ataque de la española, llevó a sus jinetes hasta las mismísimas piezas de artillería española, pero el cansancio les obligó a replegarse. La firmeza de las líneas españolas, cuyo centro fue atacado sin éxito por la infantería francesa por quinta vez; el elevado número de bajas (2.600); la proximidad de Castaños en su retaguardia; y la lentitud de los refuerzos de Vedel; llevaron al herido Dupont a plantear ante Castaños las condiciones de su derrota: partir, junto a su ejército, hacia Cádiz, con armas y demás equipo inclusive, para regresar a Francia por mar. El día 22, Dupont firmó la capitulación. Finalmente, solo llegaron a Francia los oficiales, mientras que la tropa prisionera fue confinada en la isla desierta de Cabrera, donde pasaron cinco fatídicos años. Respecto a los españoles, la batalla de Bailén demostró que los ejércitos napoleónicos podían ser derrotados, y la noticia corrió como la pólvora por toda la península. Otra cuestión es la de quién fue el padre de la victoria. En rigor, Castaños no presenció la batalla, si bien se le atribuyó el éxito. Mientras, el hispano-suizo Reding, verdadero artífice de la victoria, fue olvidado.
 


FUENTES
 
 
ARTOLA, M.: La Guerra de la Independencia. Madrid. Espasa, 2007.
 
VÁZQUEZ, J. y MOLINA, L.: Atlas ilustrado de las grandes batallas españolas. Madrid. Susaeta, 2010.
 
VV.AA.:Las grandes batallas de la Historia. Barcelona. Debolsillo, 2011.

martes, 2 de abril de 2013

La república mediatizada de Cuba (II): De Gómez hasta la Revolución de los sargentos (1909-1933)

 
La coalición del Partido Liberal con los antiguos moderados llevó a la presidencia, a comienzos de 1909, a José Miguel Gómez, el cual recibía las arcas nacionales exhaustas. El gobierno de los liberales pronto se vio salpicado por multitud de casos de corrupción, a lo cual se sumó la Ley de Defensa Nacional para acabar con la prensa opositora, así como la enmienda Morúa, que prohibía los partidos de color o religión, ilegalizando así el Partido Independiente de Color, hecho que desembocó en el alzamiento del 19 de mayo, principalmente en las poblaciones del área oriental de Cuba. Los estadounidenses trataron de efectuar un nuevo desembarco, pero el presidente Gómez se opuso tajantemente a la intervención. El ejército cubano enviado por Gómez aplastó el alzamiento, dejando tres mil muertos entre las personas de color.
 
 
Mario García Menocal.
 
La imagen de los liberales quedó muy tocada y su candidato para las elecciones de 1913, Zayas, fue derrotado por Mario García Menocal. Para Bethell, desarrolló una política de conservadurismo paternalista, si bien tuvo iniciativas interesantes como la lucha contra a corrupción oficial o el establecimiento del peso cubano como moneda. La buena marcha de las exportaciones durante la I Guerra Mundial permitió una mejora económica que le valió a Menocal el triunfo en las elecciones de noviembre de 1916, si bien parece ser que hubo fraude electoral, lo cual desembocó en un levantamiento liberal que acabó fracasando al ser aplastado con rapidez por el ejército -así como por el apoyo estadounidense a Menocal, llegando a desembarcar marines  que no llegaron a intervenir-.
 
Su segunda presidencia coincidió con la declaración de guerra a Alemania por parte de los Estados Unidos, a lo que se sumó el Gobierno de Cuba, seguida por la imposición del servicio militar obligatorio, abolido por su impopularidad un año más tarde. El fin de la I Guerra Mundial supuso una caída de las exportaciones y del precio del azúcar, por lo que Cuba entró en una crisis económica en 1920, año en el que quebraron los bancos cubanos.

En 1921 llega al poder Alfredo Zayas, líder del Partido Popular Cubano y, para Bethell, un abogado culto, oportunista, casi totalmente desprovisto de escrúpulos morales. Desde 1922, ante los acontecimientos revolucionaros de México, los universitarios de La Habana comenzaron a solicitar reformas para acabar con la corrupción política y la tutela estadounidense. La universidad fue caldo de cultivo para un espíritu reformista e idealista: en 1923 se produce una reforma universitaria gracias al esfuerzo de un grupo de universitarios liderados por Julio Antonio Mella, que pretendían la educación popular a través de la Universidad Popular José Martí. A estos se sumó, ese mismo año, la protesta de los trece, jóvenes intelectuales que criticaban la gestión de Zayas. Entre ellos surgió el Grupo Minorista, defensor del nacionalismo cubano y de la solidaridad iberoamericana frente al imperialismo estadounidense.


Gerardo Machado

Zayas fue derrotado en las elecciones de 1924 por Gerardo Machado. Su Gobierno impulsó leyes para proteger los productos cubanos, diversificar la agricultura y regular la industria azucarera. Los partidos del Congreso apoyaron su gestión, salvo la Unión Nacionalista del coronel Carlos Mendieta y el Partido Comunista. Para Sánchez-Barba, la moralización de la administración pública otorgó gran prestigio a Machado, lo que "produjo en su ánimo un endiosamiento que culmina en la apoteosis de 1927" cuando "dio un paso claro hacia la dictadura" (1). La ley de Reforma Constitucional prohibía la reelección a la presidencia después de que Machado estuviese diez años en el poder y se prohibió la candidatura a la presidencia de todos los partidos salvo el Liberal, Conservador y Popular. El 1 de noviembre de 1928, Machado fue reelegido por seis años. Pero sus ambiciones tropezaron con la crisis de 1929, la cual debilitó su posición. En 1930 nacía la revolución antimachadista. La violencia fue en aumento y la muerte del estudiante Rafael Trejo a manos de la policía otorgó un mártir a la causa, naciendo el terrorismo urbano. Nació así una nueva organización, joven y secreta, llamada ABC.

A medida que la crisis se agudizaba, el paro y la miseria se extendían por Cuba. También la crispación social y los enfrentamientos con la policía. La Semana Santa de 1933 fue el mayor momento de represión gubernamental. En ese momento, el presidente estadounidense Roosevelt envió al embajador S. Welles para que mediase entre el Gobierno y la oposición. Welles, apoyando las tesis de la oposición, demostró que Machado había perdido el respaldo estadounidense. El 4 de agosto se produjo una huelga general que paralizó La Habana. El día 12 se producía un levantamiento militar y Machado abandonaba el país.

El 4 de septiembre, tras el juramento de Carlos Miguel Céspedes como presidente interino, se producía el golpe de Estado del sargento Fulgencio Batista, junto a universitarios, la organización ABC y la unión revolucionaria. Se formó el Gobierno de la Pentarquía hasta el día diez, tras lo cual se hizo cargo de la presidencia Ramón Grau San Martín. Grau juró su cargo ante el pueblo y no en el palacio presidencial, evitando así jurar la constitución y la enmienda Platt. Por ello, Estados Unidos no reconoció su gobierno lo que supuso su caída. Batista organizó una nueva presidencia provisional, la de Carlos Hevia. El 18 de enero de 1934 se formó un gobierno de coalición presidido por Carlos Mendieta, reconocido por los Estados Unidos. En estos momentos fue importante la acción del secretario de Estado cubano, Cosme de la Torriente; y el embajador en Washington Manuel Márquez Sterling. En palabras de Belmonte, "iban a realizar el esfuerzo ingente de llevar a cabo la negociación del tratado que debía de reemplazar al acuerdo de la discutida enmienda Platt" (2). El 3 de febrero de 1934 la enmienda fue abrogada. Finalizaba el periodo conocido como la República mediatizada, pero la influencia estadounidense siguió vigente.



(1) SÁNCHEZ-BARBA, M., p.205.
(2) BELMONTE, J., p.38.


FUENTES


BELMONTE, J.: Historia Contemporánea de Iberoamérica. Tomo 2. Ediciones Guadarrama, 1971.
 
BETHELL, L.: Historia de América Latina. Vol.9´. Barcelona. Crítica, 1990.
 
FORNÉS, L.: Cien años de historia de Cuba (1898-1998). La Primera República (1899-1921). Madrid. Verbum, 2000.

SÁNCHEZ-BARBA, M.: Historia de América. Editorial Alhambra, 1981.
 
SKIDMORE, T.E.: Historia Contemporánea de América Latina. Barcelona. Crítica, 1996.

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